Capítulo 3 - Las bestias lloran sin lágrima alguna

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  "Hay cuatro estrellas en lo alto del techo, tan grandes y tan comunes entre sí"  

-Ernesto: hoy el señor Alexander se ha visto muy preocupado, no recuerdo haberlo visto así desde la muerte de su hijo. Recuerdo bien el entierro junto a sus extrañas palabras:

- Ernesto... estoy asustado. Sé que Michael está muerto... pero.... ¿Por qué sigo escuchando los rasguños?

El hijo del señor Alexander, Michael Sigurd enloqueció después de una enfermedad que lo tuvo muchos días en cama. Su cuerpo no resistió para el momento en que llego la ayuda, dejó huérfano a un niño de cuatro años y su esposa murió unos años atrás por una enfermedad pulmonar. El joven Michael se encerró en el baño durante tres horas, bebió cantidades espeluznantes de veneno para ratas. No me explico cómo su cuerpo pudo resistir tanto tiempo, como si no le fuera permitido morir, este vació botella tras botella de raticida. No abrió la puerta para que su padre lo detuviera, deseaba morir con una prisa enfermiza y no prestó atención a las súplicas de su padre, colocó la pesada bañera de cerámica contra la puerta, solo pudimos entrar despedazándola con un hacha. No habían deudas ni crimen en sus manos, jamás se mostró asolado por la depresión, entonces ¿porque?

Esos rasguños en la puerta yo también los escuche, pero... nunca supe si fue Michael o Alexander el que los hacía, me encontraba buscando algo para derribar la puerta cuando el ruido llegó a mí. La desesperación fue terrible, en su momento pensé que Alexander jamás se recuperaría de esto. Si hubiera tenido hijos o uno de mis hermanos en esta situación, no sé qué habría sido de mí.

La cena ya iba a estar lista así que pensé en llamar a Alexander y a Thomas a la mesa, pero un grito interrumpió mis pensamientos, era la voz de Thomas, me dirigí al segundo piso. A lo mejor alguna criada habría molestado sin querer al muchacho, tal vez alguna rata se habría abierto paso a través de las alcantarillas, que más se le puede pedir, es un niño, a esa edad todos le tememos a algo. Cuando crucé el pasillo, no lo pude creer, el corazón latió tan fuerte y el cuerpo se me tornó rígido y sudoroso. Vi al muchacho en el piso, recostado contra el marco de la puerta, mirando fijamente al piso. Estaba desnudo y aún tenía jabón en su cuerpo.

Corrí hacia él y le pregunté qué había sucedido, pero no me respondió, su mirada seguía en el piso y le temblaban las piernas. Lo levante y lo puse de nuevo en la tina con el agua tibia, estaba muy frío, tenía cortadas en la espalda. Entonces empezó a repetir ese número "3:33, 3:33" trate de calmarlo pero parecía estar en shock. Lo abracé por un momento y dejo de hablar. Cuando pensé que se había estabilizado, me dijo:

- estoy seguro de que estaba ahí.

-con una voz temblorosa y lagrimeante dijo:

- yo la escuche, yo vi su sombra, vi sus dientes, sus dientes. Ella cree que soy débil, dice que me voy a romper, ella me dijo que mami era la que me hacía bailar.

-pasaron tal vez 40 segundos en donde no supe que hacer.......Me quede con él, inmóvil en mis brazos hasta que dejo de temblar. Le cerré los ojos con las manos y lo termine de bañar. Lo lleve a su cuarto y lo vestí. Nunca había visto a un niño tan traumado y distante. Hemos vivido juntos tan solo dos años pero le quiero como a un hijo. Sus ojos con la luz del sol, se tornan como la miel, tan parecidos a los de mi hermano. Cuando le puse su abrigo me dijo:

- te juro que alguien estaba detrás de la puerta, yo vi la sombra de sus pies por debajo de la puerta pero cuando la abrí no había nadie... en la tina si, si había muchas personas, pero muchas, no supe cuantos, estaban llorando y masticando, como si estuvieran quemados, se movían tan rápido.

-estaba empezando a aterrarme, lo calmé y le dije que en esta mansión habían fantasmas desde hace mucho tiempo, le dije que yo también había visto esas apariciones y que con el tiempo lo olvidaría.

The Eternal Darkness -  El Regreso De Los EmisariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora