Rose

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Julio 1976
La verdad es que me hizo bien salir durante un rato por la tarde, notar el aire de verano calentar mi piel era una sensación reconfortante tras una larga mañana de arduo trabajo y estudio constante. Sinceramente hacía todo eso por la defensa de mi derecho a poder elegir lo que yo quisiera hacer en un futuro con mi vida, pero no pude sostener ese modo de vida durante mucho tiempo y tuve que ceder ante lo dictado por el legado familiar.

Me senté en uno de los bancos que habían habilitado y procuré revisar que no estuviera previamente ocupado por nadie o que alguien tuviera la intención de ello ya que no me agradaba en demasía la compañía ajena. Estaba ya con los ojos cerrados agudizando mi olfato y mi oído para disfrutar de todo lo que me ofrecía mi alrededor cuando, de repente, sentí el peso de otro cuerpo posarse sobre la zona desocupada del banco sobre el que yo estaba sentado, me vi obligado a abrir mis ojos por pura cortesía y algo de curiosidad. Lo primero que vi fue un gran maletín, levanté algo la vista y les juro que nunca podré olvidar la primera vez que vería el rostro que posteriormente iba a acompañarme durante el resto de su vida. Desearía que mi reacción hubiera sido distinta pero en cierto modo podría haber sido peor.

-Buenos días.

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