Su voz fue como la más dulce de las melodías tocada por los músicos más virtuosos, pero no me di cuenta en el momento adecuado.
-Buenos días -repitió ella sacándome de mi ensimismamiento
-Y mejores para usted
-No le importará que me siente aquí, la temperatura en este lugar es agradable.
-No no, para nada- mentira en ese momento no quería que nadie me molestara pero supongo que los buenos modales siempre han podido conmigo.
-Se lo agradezco.
Volví a cerrar los ojos, no me interesaba lo que esa señorita pudiera hacer, volví a acomodarme, no me interesaba lo que esa señorita pudiera decir, volví a relajarme, no me interesaba lo que aquella mujer pudiera sentir.
De repente escuché un débil e insignificante sollozo a la vez que a mis fosas nasales llegaba un aroma dulce a crema, abrí los ojos.
-¿Cómo te encuentras?- olvidé todo tipo de formalidades, no me gustó lo que vi, no sé como no me había dado cuenta antes pero sus ojos estaban levemente hinchados al igual que su enrojecida nariz, señales indudables de un llanto reciente.
-¿Ehm?- se sorprendió- No es nada no se preocupe- sonrió tristemente a la vez que me recordaba indirectamente que no debíamos tutearnos.
-Lo siento no debí entrometerme, discúlpeme.
-No es molestia- sentí que era sincera-¿Quiere?- dijo mientras me ofrecía unos buñuelos rellenos delicadamente colocados en una pequeña caja de cartón- No se corte, los he hecho yo.
-Muchas gracias- no iba a decir que no a un manjar semejante y cogí uno de los dulces que me ofrecía con tanta amabilidad.
-¿Y bien?- preguntó.
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¿REAL?
CasualeTodo se ve tan lucido, parece que estuviera ahí, en ese mismo lugar, en ese preciso instante, ¿por qué dudas de ello? Te juro que todo eso pasó ¿Verdad? ¿Verdad? No lo recuerdo.
