Ellas, no saben cuánto las admiro.
Quizás no tienen tanta hambre como para comerse el mundo, pero aún guardan vestigios de niñez consigo.
Comentan animadas, temas que en mi opinión parecen desaliñados: familiares, huesos, revisiones, fruta, muerte, juventud...
Lo que más me sorprende es que en el mayor de los casos lo hacen desde el cariño.
A su edad, no merece la pena malgastar fuerzas en i(n)rritaciones, como diría la que está sentada a la derecha.Ella siempre nos da dinerillo cuando se acerca algún cumpleaños. La oigo abatir su abanico desde aquí. Sufre por él. Teme que los más pequeños lo abran al revés y por eso finge que desaparece y lo esconde.
Casi siempre sonríe. Casi nunca se queja.
Todos sabemos que está prohibido tocarle el pelo cuando llega de la peluquería.La que se sienta a su izquierda habla mucho más.
Esconde sus dolores para que la veamos feliz. Ahí donde la ves, le interesa la actualidad más que a nadie y hace lo que sea por adoptar al siglo XXI como a un hijo.
Dice que es medio zurda, así abarca más.
Es imposible llegar a casa sin que nos oiga trotar por las escaleras.
Es imposible resistirse al olor que desprende esa rústica cocina.Es imposible no quereros.
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reconstrucción de destrucción
DiversosClaro que siento... el corazón está a la izquierda y yo, soy zurda.