Jugando con el mar

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Una ola de pequeño tamaño se asomo a la orilla de la playa. El océano, recordando lo que había pasado un año atrás, miro a Moana esperando su aprobación. Esta asistió con una sonrisa en su cara pero igualmente atenta a lo que iba a suceder.
La deidad se dirigió al niño que tenia adelante suyo y lentamente se acercó a él. El niño miro al agua con curiosidad y acercó sus manitas hasta tocarlo. Río ante la situación y cuando esto pasó los adultos del lugar de relajaron y regresaron a hacer sus ya asignadas labores.
Y es que la primera vez que el mar se presentó de esa forma ante Alika este lloró desconsoladamente durante horas y horas. Esto sorprendió a todos, ya que esperaban que se llevaran tan bien como su madre con el mar. Incluso Maui se sorprendió de este echo.
--"Aunque es un alivio saber que no se ira al agua como si quisiera ahogarse"-- Comentó refiriéndose a la actitudes de Moana de niña.
A pesar de eso , parecía ser que esta vez Alika no lloraría. El océano comenzó a moverse de lado a lado para divertirse con el niño. Quien rió divertido ante este echo sobrenatural. Lo que despreocupo a Moana de todo y se sentó en el suelo, aspirando el salado olor del mar. Una pequeña brisa le acaricio el cabello y quitando pequeños mechones de su cara. Así Moana sonrió sabiendo que su marido estaba cerca y llegaría muy pronto a su hogar.

De forma casi inconsciente miro al sol cerrando sus ojos, su cara sin arrugas aparentaban una edad que no tenia y su cara un aire de paz y tranquilidad que no sentía.

Para esta altura de su vida, todos los que habitaban la isla eran gente que ella había visto nacer. Incluso los adultos quienes la veían como alguien superior, alguien más allá de sus pares y le transmitían esa enseñanza a los más jóvenes. Incluso una vez una niña le pregunto si ella había creado la isla o si ella conocía a los dioses. Misma niña que hace poco estaba emocionada por el nacimiento de su cuarto nieto.

Al principio, tenia a su familia y amigos, gente que la vio crecer y desarrollarse. Gente que sabía su camino y había sido testigo de su esfuerzo y responsabilidades. Pero la vida humana era corta y efímera. Por lo que esa gente fue envejeciendo y dejando este plano existencial para volver a reencarnar. Sus hijos ya habían seguido aquel lugar.

Nadie la saludaba con cariño, ya nadie le daba un abrazo además de su hijo y su marido. Ya no tenia amigas a quien llamar para hablar un rato. Al principio, se hacia amiga de las jóvenes y las acompañaba durante toda su vida pero después dejo eso de lado. Incluso, le había cedido su puesto de Jefe de la Isla a otra familia. Era extraño porque era Motonui y al mismo tiempo no.

Ya no sabía a donde pertenecía.

Por un momento se cruzo por su mente la charla que había tenido hacia unos días atrás. Esperen ¿Unos días? No, fue hace un par de años. Sin embargo, ese fugaz recuerdo que termino en una pelea matrimonial logro disiparse en cuanto vio a su hijo jugando con el agua. Las pequeñas olas que iban y venían, mojando la arena y volviendo de donde vinieron. Esas pequeñas olas que de pequeña amaba ver formarse, siendo imponentes y después volviéndose más y más pequeñas. Esas mismas olas volvían rápido al lugar por donde vinieron, como si no les gustara estar en la arena, como si quisieran ser enormes.

Al darse cuenta el paralelismo que estaba haciendo, sintio un escalofrio en la espina dorsal.

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2018 ⏰

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