Capítulo 1

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Notas: 

Bueno, este es el segundo trabajo que subo en esta plataforma pero fue la primera que subí en AO3 c: (No vayan a mirarlo allá, es un fiasco. Si escribo feo ahora, imaginen como estaba en esos tiempos xD) Básicamente esto es puro porno, lo siento (no lo siento (? e_e) basado en una canción de Simon Curtis (agradézcanle al vato, él siempre me inspira a escribir smut/lemon xD) del mismo título que este two-shot  c: ¡En fin! Gracias por seguir leyendo The London Husbands (quien lo quiera recomendar, no me quejo :v -nocierto-), también les agradeceré eternamente el que lean y/o comenten esta cosa iui 

*Arsen: Hombre en latín. 

P.S:¿Porque Arsen? Porque Sherl es bien puto y necesitaba un lugar donde explayar dicha putería. Bye (?)



I.


El peso de las bolsas comenzaba a marcarse en sus manos, aún así, John subió con las compras de la semana hasta llegar al departamento que compartía. Claro, no iba a negar que en ocasiones le encantaría que en cuanto Sherlock escuchara sus pasos (no iba a mentir, el pelinegro podía identificarlo bastante bien) corriera a ayudarle pero ello era otra desventaja de vivir con un genio... Hasta que logró adentrarse a la cocina e intentó dejar las compras sobre la barra.

"¡Sherlock!" Exclamó una primera vez, observando el desastre gracias a uno de los experimentos del mencionado: gotas de sangre secándose en el azulejo y pequeños restos humanos en una parte de la barra. "¡SHERLOCK!" Gritó con mayor molestia ante la nula atención del pelinegro.

"Estoy aquí." Respondió el detective sin siquiera quitar la mirada aquamarina del techo al estar recostado a lo largo del oscuro sofá de la sala, todo esto, tanto el desastre post experimentos como su apatía, resultado de la ausencia de casos que lo venía persiguiendo desde hacía dos semanas.

Un nuevo suspiró escapó del médico mientras intentaba hacer acopio de su paciencia y se detuvo hasta quedar frente al pelinegro, quien seguía en su misma posición.

"Si lo que quieres es follarme, no es necesario que plantes tu entrepierna en mi cara, John. Ten clase: primero una copa de vino." Dijo Sherlock con aburrida simpleza al notar que, si decidía acercarse lo suficiente al médico, bien podría pasar a asuntos de mayor temperatura si él lo deseara.

En respuesta, John se apartó con un sonrojo. "No estoy buscando ningún encuentro, estoy..."

"Claro que no." Interrumpió Sherlock con sarcasmo.

"¿Podrías dejarme terminar?"

"Con la respiración contenida." Respondió el pelinegro con una nueva mezcla de sarcasmo ácido.

Ya habían pasado tres meses desde que el menor de los Holmes había aceptado, después de numerosas batallas internas, análisis y reproches mentales, el ser capaz de sentir (después de todo) y mejor aún, que por quién podía vivir hasta el último de sus días era el médico mismo; aún así, esto no era una garantía para que de cuando en cuando no se regodeara en el enojo de John.

Por su parte, el rubio respiró hondo para reencontrarse una vez más con su paciencia (la cual aumentaba un poco día con día gracias a Sherlock y sus berrinches) y negó con la mirada fija en cualquier punto de la habitación excepto Sherlock; no iba a negar que, si no supiera cuánto dolía ver a Sherlock caer desde lo más alto de un edificio, él mismo ya lo habría metido en un taxi para llevarle hasta Scotland Yard y ahí empujarlo desde el último piso. "Lo que quiero saber, es ¿cuál de tus importantes tareas diarias te ha impedido limpiar el...?" Comenzó el veterano cuando su mirada cobalto captó algo más en la mesa de la cocina: cúmulos de diferentes tamaños de grasa humana le saludaban desde ahí. Estaba a punto de perder la paciencia. "Cristo... ¡Grasa humana, Sherlock!"

Super psycho loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora