VIII

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— ¿Tienes coche? — Elena interrumpe en la habitación de Marcos

— Sí, ¿por? — pregunta él levantando la cabeza al escucharla, está tirado en la cama con el móvil

— Porque me aburro y ellos se han ido ya.

— Tengo que irme a entrenar en un rato, si quieres vente y te llevo al centro antes de irme.

— Mil gracias.— dice ella sonriendo antes de marcharse, Marcos no se cree lo que ha pasado.

Minutos después ya está vestido con el avituallamiento del entrenamiento, la mochila y una enorme sonrisa que no puede borrar.

— Qué presumido, ¿no? — Elena ha entrado en su habitación y le pilla atusándose el pelo

— ¿Estás lista?

— Claro.

Los dos salen de casa y suben al coche del chico, al ponerlo en marcha la radio se enciende: "Cuando te vi tuve un buen presentimiento, de esos que llegan una vez en la vida, quiero tenerte aunque sea solo un momento,
y si me dejas tal vez todos los días..."

Morat y su "Aprender a Quererte" inunda el coche, Marcos empieza a cantar provocando la risa de la chica.

— ¿Tan mal canto?

— ¿Si te digo que cantas mal me dejas tirada por ahí?

— ¡No!

— Entonces... Sí, cantas de pena. Si no llueve será un milagro.

Marcos ríe y vuelve a fijar la vista en la carretera, sólo se le ocurre pensar en el decisivo partido de copa del sábado.

— Entonces, cuentame, ¿en qué posición juegas y esas cosas?

— ¿De verdad no lo sabes?

— Ya te he contado que si he visto algún partido ha sido para ver a Ibai, me gusta el fútbol, pero no soy de ningún equipo en general.

— Pues no sabes lo que te pierdes... Juego de centrocampista.

— Anda...— dice Elena riendo

— ¿Qué ocurre? — Marcos la mira extrañado

— ¡Nada! — ella continúa riendo

— ¿Te estás riendo de mí?

— ¡No! Sólo es que... Bah, dejalo. Da igual.—  dice ella

— Bueno, tú sabrás... ¿Dónde te dejo? — ya casi han llegado al centro de la ciudad

— Aquí mismo.— contesta ella cuando se paran junto a un semáforo en rojo

Cuando Elena baja del coche y cierra la puerta, Marcos no puede evitar preguntar:

— ¿Me has perdonado ya?

Pero ella no contesta, le mira y se aleja de allí. El la ve perderse entre la gente y decide poner rumbo al campo de entrenamiento.


[…]

En algún bar de Vitoria.

— Esperaba encontrarte en cualquier lugar menos aquí.— dice una voz conocida

— Si nos pillan juntos habrá mil fotos diciendo cosas que no son, y tú bien sabes que no queremos eso.

— Te he echado de menos.— dice sentándose junto a ella

— Hernández, eres un caso.

Aprender A Quererte | Marcos LlorenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora