ENFERMEDAD

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Amada mía, esta enfermedad no cede,

cada vez la sangre sale más amarga

pero no me culpes, hago lo que se puede

para no convertirme en odiosa carga.

La toz empuja, rasguña y me agrede

sobre mi noche que es la más larga

pues ni siquiera la muerte intercede

para calmar el dolor que me embarga.

Por el silencio temo ya que es navidad

mientras tiemblo de fiebre y mareos

que hacen más dura a esta enfermedad.

Como un leproso derramo sentimientos feos

en una cama tan llena de angustia y soledad

que todo se resume en: mortíferos deseos.

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