Pasando ya por el último camino,
con el corazón más entristecido
que cuando te cruzaste en mi destino,
quiero dejarte este poema del olvido.
Han sido más de diez años que te espero
en el mismo parque donde aprendí a fumar
y donde te escribí inspirado en el amor sincero
mientras las lágrimas se iban hacia el mar.
Sé que en todo mi mundo enfermo y oscuro
en el que hoy me hundo con más fuerza,
sólo tú fuiste el ángel bello y puro
que llenó de flores mi vida perversa.
La decadencia que reflejaban mis ojos
siempre era proporcional a tu belleza,
a tu sonrisa y a esos tus labios rojos
que un tiempo necesitaron de mi tristeza.
Gracias por todo, también gracias por nada,
sin ti la existencia hubiera sido asquerosa
y mi alma que está concluyendo su jornada
no habría mezclado la sangre con la rosa.
Hoy te dejo salir de este marchito corazón,
así ya no habrá distracciones para armar la caja
en la que han de dormir mi locura y mi razón
sin soñar que se abrazan a tu mortaja.