Irreconocibles.

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Nota: Necesitaba escribir un Shizaya como se debía o terminaría volviéndome loca ;w;

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Ryohgo Narita-troll-sensei. Si fueran míos ya estuvieran casados y con 8 hijos (viva el mpreg).

Advertencia: Contenido R18, por favor no lo hagan a menos que quieran ser arrestados.

Nos vemos en la nota del final.

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Todo habitante del barrio de Ikebukuro sabía sobre la rivalidad eterna que existía entre Heiwajima Shizuo y Orihara Izaya

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Todo habitante del barrio de Ikebukuro sabía sobre la rivalidad eterna que existía entre Heiwajima Shizuo y Orihara Izaya. Si tenias algo de suerte no te involucrabas en los enfrentamientos que estos tenían. Golpes, cortes, cosas volando, el grito ensordecedor de un rubio teñido y la risa burlona de un pelinegro era el escenario peligrosamente normal que adornaban las calles de tanto en tanto.

Era común, por ejemplo, que Shizuo corriera detrás de Izaya cruzando un pequeño parque, doblaran una esquina, el informante cruzara la calle mientras el otro le seguía siendo este ultimo atropellado por un camión cuyo chófer fuera previamente pagado.

Sí, ellos le gritaban a todo Ikebukuro que se odiaban a morir y nadie dudaba de ello.

La historia era diferente en el barrio de Shinjuku.

Con lugares apartados, discretos y acogedores, era ideal para las acciones de aquella peculiar pareja.

-Tardas demasiado ¿Qué se supone que haces?

-Te dije que esperes un poco, ya voy en camino.

Era el exbarman, vestido con un pantalón de mezclilla negro, camisa azul y zapatos igualmente negros, que esperaba en la esquina de una pequeña plaza comercial, movía sus pies dejando en claro que estaba impaciente, observó por décima vez la pantalla de su teléfono enfocado en la hora, casi cuarenta minutos de retraso.

Estaba a punto de volver a llamar cuando lo divisó entre la multitud, llevaba puesto una playera blanca y encima un chaleco de color beige, un pantalón de mezclilla claro con un detalle de cadena terminando con unos converse de botines negros. Se veía bastante bien, tanto que algunos chicos voltearon a verlo ignorando olímpicamente a sus parejas siendo amonestados en el acto.

-Ya estoy aquí Shizu-chan, lamento la espera.

Todo reclamo que el rubio tenía preparado se fue por la cañería cuando lo tuvo en frente, necesitó girar el rostro para evitar devorarlo a besos en ese preciso instante. Pero en ese lugar la inmensa mayoría no los reconocía así que... ¿Qué importaba? Se agachó hasta quedar de la altura del azabache y besó sus labios, acompañó la acción tomándolo de la marcada cintura que éste poseía para profundizar el beso, pronto sintió los brazos rodear su cuello. Disfrutaron del momento, de ese pequeño escape de lo cotidiano, de la fuga de pensamientos.

Shinjuku es testigo.Where stories live. Discover now