Gerard creyó haber discado bien, pero salió un número equivocado. Y allí empezó todo.
Aquella voz que amablemente le dijo: “Lo siento, número equivocado”, una voz sin rostro, hasta divertida podría decir, anónima hasta la exasperación, puro sonido, le trajo misteriosas sensaciones. Y trató de seguir la conversación.
- Discúlpame. No quise molestar. Creo haber discado bien…
- No te preocupes, amigo. Suele suceder – replicaba la voz.
- La línea suele estar muy recargada a esta hora…
- Bueno, razón para que no te culpes…
Detrás de la voz amable, Gerard adivinaba un atisbo de sonrisa buena, paciente, masculina.
Y del tema de la línea recargada, pasaron a otros con cautela, probándose, como dos desconocidos, como dos adolescentes que van a salir a bailar su primera pieza, y los pies no se acomodan al ritmo que surge y vibra la orquesta.
A los 20 minutos Gerard ya había declarado que era soltero (cierto), que tenía 28 años (mentira, tenía 31), que estaba en el arte de los comics y el café era su única droga.
De esta forma había averiguado que el chico al otro lado de la línea tenía por nombre Frank, de 25 años de edad, que amaba la música punk y estaba en el negocio de tatuajes.
A la media hora…
- Frank, me resultas alguien bastante interesante y me encantaría seguir esta platica en persona…
- Ah, Gerard – el otro chico sonaba algo nervioso al otro lado de la línea - ¿Después del primer llamado?...
- Es que hoy se vive tan de prisa…
- Sí. Pero que pensarías de mí
- Que eres un chico moderno, claro
Y así Gerard Way consiguió una cita.
- Estaré allí a las seis. Será fácil reconocerme ya que tengo el cabello de un color rojo bastante llamativo – se escucharon un par de risas por parte del menor, una risa tan divertida e infantil para un chico de 25 años. Le pareció lindo lo qué lo hizo reír también.
- Te reconoceré, fosforito. Yo llevaré una camiseta de The Misfits. También me reconocerás rápido por mi baja estatura – se volvieron a oír risas de ambas líneas telefónicas.
Fijaron el café favorito de Gerard, que por coincidencia solo quedaba a unas cuadras del negocio en donde Trabajaba Frank, luego se despidieron. Ya al colgar, Gerard se dio cuenta de que no pregunto con qué numero estaba hablando.
Cuando colgó el tubo telefónico, el pelirrojo sintió una sensación de alegría.
Solteron, algo depresivo y gastado, prisionero en su solitaria vida entre paginas de comics. Muchas veces había soñado con una compañía permanente. Una casa con un lindo jardín, un esposo comprensivo, tierno y si no era mucho pedir excelente en la cama. Hasta se había planteado la idea de un gato a pesar de ser alérgico a ellos y la adopción de una pequeña niña.
Aquella voz, un poco divertida pero suave, a la manera de una dulce taza de café, había creado en su mente una imagen de un hombre sencillo, divertido, atractivo, de manos hábiles para hacer hermosos tatuajes y otro par de cosas que de seguro le encantarían al mayor… Y esperó con paciencia la cita.
Frank, cuando colgó el tubo, sintió una cálida sensación de alegría y nerviosismo. Todavía era joven, pero la vida no le había tratado bien.
Gerard, el de la llamada equivocada, le gustó.Ya no andaba detrás de jóvenes punks, sino de un hombre bueno para darle amor y con los pies bien puestos sobre la tierra, que viviera en soledad para apreciar mejor la compañía, y que tuviera gustos sencillos, como una casa propia con un lindo jardín, y ¿Por qué no un gato?...
A ese hombre, él le podría ofrecer aún mucho. Era bastante guapo, gracioso, hacía una pasta excelente y se consideraba un gran amante a pesar de haberlo hecho apenas un par de veces.
Pero a la vera de las ilusiones, siempre había la duda, como una sombra pegajosa y molesta. Y Gerard se decía:
- ¿Y si resulta un enano calvo y feo, ese tal Frank? ¿Sin dientes y con tatuajes de segunda mano…? Al final de cuentas, la voz no lo es todo…
Por su parte, Frank también razonaba cautamente:
- ¿Y si no fuera más que un cuarentón calenturiento? ¿Algún vejete con complejos de adolescente por eso se tiñe el cabello…?
Nunca se encontraron. Para verlo primero, Gerard se tiñó el pelo de negro para que no lo reconociera.
Pero Frank también pensó lo mismo. No llevó la camiseta de The Misfits que había dicho, sino un traje sencillo para que le cubriera los tatuajes que posiblemente lo delatarían.Hoy, de vez en cuando, en la soledad de sus páginas de comics, Gerard trata de memorizar un número telefónico. Y Frank se sobresalta cada vez que suena el teléfono, esperando que sea una llamada equivocada.
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Wrong Number [Frerard]
FanfictionGerard creyó haber discado bien, pero salió un número equivocado. Y allí empezó todo... Basado en el cuento corto de Mario Halley Mora, "La Cita".