Acecho

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El cigarro que inhalaba era tan insatisfactorio como al ver a su amante tendido en su cama con una expresión tan ausente que por un momento sintió la ansiedad de subirse encima y acercar su rostro al suyo solo para sentir su aliento, su pecho moverse al compás de sus latidos y asegurarse que seguía con vida; en cierta forma le lastimaba pero trato de no fijarse en ello y mejor mantener su concentración en lo que era el resto de esa pálido y flacucho cuerpo que estaba decorado por moretones de distinta gravedad que él no quería saber ni como los obtuvo. Por supuesto que lo sabía, pero no quería comentar eso y Bill tampoco parecía emocionado por contar nada. Después de todo él no era su psiquiatra.

Si en esos momentos hubiera tenido la capacidad de reír, en esos momentos estaría carcajeado como el estereotipo de un loco histérico como él ¿Cómo es que su vida se había convertido en eso? ¿No se suponía que un tratamiento psiquiátrico le ayudaría a superar toda la mierda que había tenido que vivir y tener una vida, sino sobresaliente, pero al menos decente? Su mente seguía en añicos, las pesadillas eran fieles compañeras que le esperaban pacientes cada noche y le habían volar de su cama a altas horas de la madrugada bañado en sudor y se cogía su psiquiatra apenas tenían oportunidad de verse. Patético. El cigarro se consumió y le soltó cuando el fuego quemaba las yemas de sus dedos. Lo aplasto de inmediato.

—Wirt— sintió una mano fría de su amante tocar su mejilla y por su mente se preguntó cuándo se había acercado tanto; ese tacto era metódico y eso fue tan malo para él que lo aparto sin ninguna meditación previa— cariño, tengo que irme — aviso a lo que tardo un tanto en captar aquel mensaje, sin duda la falta de sueño le jodía en varias cosas.

—Oh claro— asintió tontamente para ver como Bill se estiraba un poco antes de levantarse, un poco de semen se escurrió entre sus piernas cuando se puso de pie y se dispuso a vestirse.

Por su parte se sentó en le orilla de la cama limitándose a observar al rubio cubrirse con esa ropa ocultando toda marca que nadie sospecharía tener un respetado psiquiatra ¿Por qué no podían ser pareja? Era una pregunta que a menudo de presentaba en su cabeza y que desgraciadamente jamás venia como una respuesta. Bill estaría bien a su lado, no era una buena persona para formar una relación, pero estaba seguro que era mejor que el abusador que tenía como pareja oficial.

—Quédate— no estaba seguro si su voz sonaba como una súplica o como una orden, pero al menos llamo la atención del rubio.

—Estoy ocupado, pero podemos vernos mañana cuando termine mi turno — Bill termino de vestirse para acercarse a él — ¿te parece bien?

—Suenas como si estuviéramos en terapia todavía — reprocho — y no hablo de eso Bill, hablo de que quedes, de forma permanente.

Bill no contesto de inmediato pero sabía que aquellas palabras no habían sido de su absoluto agrado solo al ver como aquella pequeña sonrisa poco a poco se iba desvaneciendo y como es su lugar, mostraba un rostro sin emociones, como la primera vez que lo conoció. Cuando sintió la necesidad de retractarse, de incluso pedir disculpas, el rubio abrió la boca, adelantándose.

—Hemos hablado de eso Wirt, yo no puedo ser tu pareja, yo tengo una y no sería nada bueno para ti.

— ¿Qué es lo mejor para mí? — apretó sus manos con tanta fuerza que sus uñas empezaron a lastimar sus palmas — esta mierda de escondernos es lo que realmente me está afectando, Bill ¿y me dices que es lo mejor para mí? Eres un egoísta y un masoquista.

—Y mantener una relación seria empeorar las cosas— frunció el ceño, molesto e indignado— no te conviene estar conmigo, a nadie la conviene— retrocedió unos pasos cuando Wirt se levantó— no puedo dejarlo, creo que lo mejor será que dejemos de vernos.

Oscuridad (BeastWirt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora