dime que pensar, dame tus manos... mi niña, tengo miedo. Miedo de perderte, miedo de no ser tuyo. Miedo a la soledad y al vacío que sentiré luego de conocer al mundo y después no encontrarme con el. Temo, tiemblo al pensamiento que inunda mis pesares... Sabes? nunca fui hombre de relaciones, jamás supe querer como te quise y pues, aquí estoy... desvaneciendo mis segundos, mis minutos y mis horas entre tus días y tus noches. Dándote mi amor escondido entre las tantas bellas palabras que suelo regalarte, y regañando a mis ojos cuando empiezan a brillar al ver tu bello rostro un día más. Pues estoy desnudo, he abierto mi pecho otra vez temiendo hacerlo sufrir nuevamente... Temiendo descubrir que tu amor hacia mi solo haya sido el viento...el viento susurrando tu nombre...
Eberhard Chrysomallis.-