Su partida

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"Llega un momento donde las mejores rosas, las más bonitas, despampanantes, y de mejor olor, se marchitan, al parecer eso tienen en común a las rosas simples, pero la diferencia es que estas al morir dejan su ausencia presente en el jardín"


Al parecer querer en mi vida tiene el significado incorrecto y por ende el resultado no era el mejor, Marta había muerto, ya esto no era una sorpresa para mí, Ya no tenía la misma reacción de siempre, ya no gritaba, ya no lloraba, al parecer me había convertido en la piedra que mi padre siempre me obligó a ser.

Era temprano, aún el sol no había decidido aparecer, decidí ir temprano, Marta me había pedido hace unos días atrás que fuese a podar todo su jardín, incluso sus flores, cosa que me pareció extraña porque ella nunca me permitía tocarlas, no pude ir ese día, ni el siguiente, ni después de ese, solo hasta hoy que el tiempo me lo permitió, al llegar toqué su puerta unas cuantas veces, al no recibir respuesta alguna supe que algo pasaba, saque mis llaves y abrí la puerta, y ahí estaba ella, fría, tenía una mano en su pecho, y una expresión de desesperación, habían pastillas por todo el lugar y el frasco estaba en una de sus manos, se aferró tanto a la vida, que la desesperación de no poder hacer nada se reflejó en su rostro hasta llegar su fin; con mis manos cerré sus ojos, corte algunas de sus flores y se las puse en sus manos, la llene de buenos olores con sus colonias, y la envolví en un par de sábanas, espere a que cayera la noche, y cabe su tumba, así como ella lo deseo, en el lugar donde siempre me dijo que quería estar, en su jardín.

Me llevo hasta la madrugada ese proceso, cabe un poco más y sembre algunas rosas encima de su tumba, limpié su casa y deje todo como ella lo tenía. Más tarde me mudaría, todos los que vivían cerca a aquel lugar creían que yo era un sobrino lejano, no habría problema el estar aquí.

Las semanas pasaban algunas personas notaron la ausencia de Marta, les dije que había viajado a Europa, gastaría su pequeña fortuna viajando, al parecer lo creyeron puesto que no preguntaron más.

Era abrumador el no hacer nada, mi dinero ya se estaba acabando así que junte lo poco que tenía para realizar mi propio negoció, el arreglar jardines a domicilio, la camioneta que había dejado Marta me serviría para mi labor. Y me serviría para mi nuevo pasatiempo.

Con el dinero que ganaba me alcanzaba para todo lo que demandaba la casa, no me iba mal en el negocio y eso me alegraba bastante. Remodele el sótano, le puse un poco de color y acomode un par de cuartos, deje un par de herramientas que me serían útiles, y ya estaba listo para cazar; puse un peluche en su cama y decidí salir.

Bajo su sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora