Buscame

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Yoongi

Otro día que pasa y mis brazos están fríos de su piel, mi casa está perdiendo su esencia y temo que cuando desaparezca de mi hogar también lo haga de mi corazón. Pero está tan profundamente clavado en mi pecho como una estaca astillada que atravesó la carne de un corazón muerto. Y quiero que se quede allí. Temo despertar un día y que mi memoria se haya lavado de su recuerdo, batallo con el sueño cada noche solo para que permanezca en mi mente como la copia fiel de la imagen que retuve la última vez.

De esa última sonrisa.

Ese último beso.

Juro por mis antepasados que si hubiera sabido que sería el último aún estaría besándolo. No, no pudo haber sido el último. No pudo haber sido un adiós, me niego.

Pero nada es igual aquí si no está a mi lado, si no tengo su voz llenando el ambiente y entrando en mí como el oxígeno que necesito para vivir. No hay camino sin sus ojos que me guíen. Ni hay silencio que no lo traiga hasta mí una vez más.

Él se fue con las primeras motas de nieve cayendo en lo alto de las montañas y el invierno crudo ha permanecido aquí hasta estos días, porque después de él, el sol se ha encaprichado en no volver a salir, el fuego ya no quema, el agua no me moja y la noche no entiende de fatiga.

No, no se ha ido. Jamás se iría, prometió quedarse conmigo por siempre (y sé que lo ha cumplido porque aún está en mi) pero su cuerpo ya no me acompaña.

No, me lo arrebataron.

Y cuando se lo llevaron a él, también robaron un trozo de mi alma. Desgarraron un pedazo de mi piel y se la arrojaron a las hienas. Me he desangrado desde entonces, pero mi cuerpo sigue funcionando.

Y no entiendo cómo pues ningún alma habita en mí ser. Soy un frasco vacío, una máquina sin propósito, un difunto errante en busca de su esencia caduca. Los días solo son horas, los cuento con los dedos, con las hojas que caen, con las aves que trinan, con las estrellas del cielo...y siguen pasando y él no regresa.

Jimin

Jimin

Jimin

Mis patas están cansadas de correr, han atravesado los límites de las fronteras buscando su norte. Pero no está. Y aunque pierda la vida en ello voy a traerlo de nuevo hasta mí. Porque estoy convencido de que aún está cerca.

Aúllo, lloro, suplico al cielo que me lo devuelva. Que, si esta ha sido una prueba a mi fortaleza, tengo que desistir, que no puedo, que no soporto tanto dolor. Que si él no está aquí ya no tengo nada. No soy fuerte, no lo soy si no lo tengo junto a mí. Él es mi todo y lo llevo conmigo a donde vaya.

Y que si tengo que morir sólo pido verlo una vez más.

Cada bocanada de aire que doy me quema los pulmones, el agua es ácido en mi lengua y dormir se ha vuelto una tortura. Tengo esa visión cada que cierro los ojos: Estoy en el desierto, el sol calcina mi pelaje y las quemaduras hierven mi sangre, la nada se extiende por el horizonte hasta donde llegan mis ojos y no veo nada más que arena caliente. Mi boca está seca y empiezo a ceder ante el hostigamiento de la muerte, la muerte es mi consuelo. Estoy cerrando los ojos cuando siento el agua mojar mi piel. Fresca y dulce. Abro los ojos y encuentro mi oasis, temo que sea un espejismo, una artimaña producto de mi agonía, pero me atrevo a lanzarme a mi última esperanza. Y es real, no es producto de mi imaginación, es deliciosa agua que me devuelve la vida. Y cuando estoy por sorber un poco más, despierto.

Despierto y el desierto es verdadero. El desierto es mi vida sin él y desfallezco, muero un poco cada segundo que está lejos de mí. Caigo rendido bajo un árbol esperando que los dioses se apiaden de mí y me lo devuelvan o que me lleven. Porque en mi realidad no hay oasis, porque es él, siempre será él, mi fuente de vida.

¡Cómeme mejor, lobo feroz! • YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora