Vacaciones. La época del año que cualquier humano que tuviera una ocupación anhelaba, para poder descansar de la rutina o simplemente para rascarse lo que quisieran, disfrutar de hacer nada. Aquel día de verano había amanecido con un sol radiante y bastante caluroso, eso sumándole que era el término del semestre hizo que la tarea de salir de la cama fuera menos pesada para el chico pelirrojo, tirando las tapas hacia atrás de una patada por el calor. Las vacaciones de verano habían llegado al fin y no había reprobado ninguna materia así que ya era un joven completamente libre, bueno, casi descontando que los entrenamientos del club de vóley seguirían, al menos la primera semana sería más ligera.
Hizo la rutina diaria en su segundo hogar, la academia Shiratorizawa, con bastantes ánimos y su mejor humor, mostrándose ansioso porque la jornada escolar llegara a su fin. Pasando el mediodía de ese Viernes, finalmente sonó la campana y no pudo evitar alzar sus brazos dando un pequeño grito de alegría.
–¡Aaahh, al fin! –Exclamó aflojando el nudo de su corbata y haciendo un pequeño baile de pie en su puesto.
–No seas tan ruidoso, ya no eres un niño. –La voz de Semi regañándolo interrumpió por un momento su felicidad, pero eso solo avivó su baile ahora alrededor del chico de cabellos ceniza.
–Es obvio que ya no soy un niño, ¿Qué no ves este cuerpo de hombre? –Lo molestó un poco picando su mejilla con uno de sus dedos. –Pero tampoco voy a ser un amargado como tú eh.
–Mira, te voy a ignorar esta vez solo porque también estoy aliviado de que el semestre haya acabado. Fue muy pesado. –El peliceniza suspiró y después de tomar sus cosas se acercó a la puerta de la sala. – ¿Te vas a ir con los chicos y conmigo hoy o...?
–No, ya sabes, de hecho ya se me está haciendo tarde. –Con sus ojos bien abiertos como de costumbre tomó sus cosas también y se apresuró a salir de del aula primero que Semi, llegando a empujarlo un poco a su paso por la efusividad, soltando unas risas al ganarse un regaño nuevamente. –¡Que tengas felices vacaciones, Eita-kun!
Al tiempo en que trotaba por los pasillos de la academia acomodó la mochila en su espalda, esquivando con agilidad a los alumnos que se encontraban en su camino hacia la salida mientras que el iba en sentido contrario hacia el edificio de los dormitorios. Había acordado encontrarse con Ushijima al término de las clases para hacer el camino a sus respectivos hogares juntos, ya que ahora les daban la posibilidad de irse a sus casas por las semanas libres. Si bien las instalaciones de la academia seguirían abiertas por si algún alumno quisiera quedarse o volver antes de tiempo, la mayoría obviamente decidía aprovechar y pasar el tiempo paseando o con sus familias.
Al llegar a su habitación tomó el bolso deportivo con las cosas que se llevaría a casa por esas semanas, el cual había preparado por suerte con anticipación la noche anterior y salió cerrando con su llave para ir finalmente al punto de encuentro que había fijado con Ushijima, uno de los cerezos al costado del edificio. Al salir pudo perfectamente divisar con la mirada la gran figura de su... ¿amigo? No, era obvio que ya no podía decirle así después de todo lo que había estado pasando entre ellos los últimos meses, no eran novios oficialmente, pero era más que obvio que tenían una relación. Y para ser sinceros Tendou no se podía encontrar más feliz con eso.
Mientras se acercaba pudo verlo mejor, con el uniforme prolijamente acomodado como es usual y con su bolso deportivo a los pies. Justo en ese momento el viento sopló haciendo bailar las hojas del cerezo ya maduro y el corto cabello del castaño, arrancándole un suspiro al pelirrojo. "Ah, igual que una típica escena de manga shojo", pensó.
–¡Wakatoshi-kun! –Agitó su mano llamando la atención del chico mientras llegaba a su lado. – Ya estoy aquí. Intenté ser tan puntual como tú, pero como siempre me ganaste.
