Capitulo 3.

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Y por fin, el tan esperado mañana llegó.

Inhaló fuertemente frente a la puerta de la clase 1-A. preparado para recibir el regaño de su mejor amigo por no avisarle que estaba enfermo ayer, y por no ir a desayunar esa mañana.

Entra a la sala saludando alegremente como siempre y es bombardeado con preguntas preocupadas de varios de sus compañeros. Destacándose las del chico de ojos dorados y las de la chica de cabello rosa que no solo preguntaban sobre su salud, también lo regañaban por no decir algo sobre su malestar.

El pelirojo solo pidió disculpas sonriendo nervioso mientras frotaba su nuca.

En un segundo, miró hacia la fila cerca de la ventana encontrándose con la intensa mirada roja del rubio ceniza, que ya estaba en su puesto. Al instante desvió su atención a la pelirosa que le golpeaba suavemente el brazo repetidas veces haciendo berrinche.

Después de la conversación que tuvo con su compañero de cabello verde, se sentía mas tranquilo. El problema, era que no sabía como comportarse frente al rubio de ojos rojos.

Él supo desde el comienzo que aquel amor estaba destinado al fracaso. Por eso deseaba guardarlo para si mismo como su secreto mas preciado, pero era mas fácil pensarlo que hacerlo.

Sus sentimientos explotaron y arruinaron todo.

Rió para sus adentros mientras se iba a sentar a su puesto al escuchar el sonido del timbre anunciando el comienzo de las clases.

¿Cómo debía comportarse frente al chico que lo rechazó diciéndole que nunca volviera a acercársele? Esa respuesta era simple.

Él le escupió su desprecio ordenándole alejarse, así que eso es lo que tenía que hacer. Aunque era un poco difícil al ser compañeros de clases.

El profesor y héroe profesional de cabello negro desalineado, entró dando los buenos días y se paró frente a su mesón -Antes de comenzar la clase. Kirishima- se dirigió al pelirojo que contestó de inmediato poniéndole toda su atención -Escuché que ayer estabas enfermo ¿Fuiste a la enfermería?-

-Ah. No. Solo fue dolor de estomago. Tomé algo y ya estoy mejor- respondió restándole importancia.

-Entonces está bien, pero no has comido nada desde ayer ¿Verdad? Me dijeron que no fuiste ni a cenar, ni a desayunar- dejó una bolsa de papel sobre su mesón -Come esto en el descanso o podrías colapsar por hambre- le hizo una señal para que fuera a buscarlo y el pelirojo obedeció.

Cuando volvió a su asiento, el profesor comenzó el estudio.

Miró lo que tenía dentro. Se sorprendió al ver un pan de pudín y una cajita individual de leche. Miró la espalda del hombre de cabello negro agradeciéndole en silencio. Después sacó sus libros y dejó la bolsita bajo su pupitre.

Este no era momento de estar desanimado. Debía superarlo y seguir adelante.

___

Escuchaba las lecciones de la mañana sin prestar mucha atención. Estaba más preocupado de mirar de reojo a su compañero de cabellos y ojos rojizos.

Cuando llegó y sus ojos se encontraron, no se sorprendió al ver como desvió su mirada.

Aquella reacción era natural después de todas las palabras hirientes que le lanzó.

Recordaba su última frase en la que le dijo que no se le volviera a acercar. Cuando la escupió, sus emociones estaban revueltas. Nunca pensó en que de verdad nunca volverían a hablarse.

Él no podía perder a su amigo… mejor dicho, no quería perder a su amigo más cercano.

El timbre sonó avisando que la hora de almuerzo comenzaba. El profesor y héroe que manipula el cemento, salió de la sala y los alumnos se levantaron para hacer planes para ir a comer.

Miró otra vez al pelirojo que se levantó y salió junto al "idiota eléctrico" y al "cara flaca". Su sonrisa estaba ahí, pero sus ojos se mostraban tristes y aquello lo molestaba.

Tenía que hablar con él. Necesitaba hablar con él, pero… ¿Que le diría después de decidir olvidar todo lo que pasó ayer?

Suspiró frustrado mientras se ponía de pie para dirigirse al comedor. Al llegar, solo pidió unos panes de curry y salió para buscar un lugar solitario dentro de la academia. Se sentó en los primeros escalones de una escalera de emergencia en la parte más lejana del patio trasero. Tenía que pensar sobre que haría respecto al pelirojo.

Aquel chico de alegre y brillante sonrisa era muy importante para él (aunque era claro que nunca lo diría en voz alta), pero no podía aceptar aquellos sentimientos que excedían a la amistad.

Su anhelo era ser el héroe más grande. Solo esa idea ocupaba su mente y corazón. Todo lo demás era un obstáculo en su camino y debía desecharlo.

Además, si él se fuera a enamorar, sería de una mujer ¿No?

Suspiró molesto mientras abría el envase y comenzaba a devorar uno de los panes.

Nunca a sentido algún tipo de sentimiento romántico hacia alguien (ni quiere sentirlos), así que no podía entender a las personas que solo viven para el amor.

Terminó de comer y se quedó en aquel lugar sumergido en sus pensamientos, hasta que escuchó el timbre que indicaba el inicio de las clases de la tarde. Las lecciones que de verdad le interesaban.

Llegó a un acuerdo con sus pensamientos y se levantó decidido.

"Esto es todo lo que le puedo ofrecer. Él verá si acepta o no".

Se fue rumbo a su salón. Tenía que buscar algún momento para poder hablar con el pelirojo.

 
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Continuara...

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