Parte 3~

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La frase prohibida.

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Parte 3~

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El taxi se sacudía a intervalos, por las calles asfaltadas, y a él le volvía la conciencia, pero la ignoraba, mientras probaba las mieles de esa boca que llevaba cautiva con la suya, sus manos recorriendo amparadas por la penumbra, ese cuerpo que lo volvía loco.

Oía sus suspiros mezclados con los propios, y todo ese ambiente a punto de salirse de control, sus caricias tímidas, y sus ansias desmedidas de probar lo que el tacto le confirmaba.

Parecía no importarle donde estaban, pero ella lo drogaba, anestesiaba sus sentidos, de modo que sólo fuera consciente de su necesidad.

Nunca se había comportado de tal forma, ni siquiera con su novia... pero esa niña, esa casi mujer era como el fruto prohibido que lo tentaba a extender la mano y devorarlo.

El taxi se detuvo en algún momento, y al siguiente se encontraba dentro de esa casa que tan bien conocía. Esa casa dónde hubo pasado parte de su infancia-adolescencia junto a su amigo de toda la vida, mientras veía crecer a esa niña, que en esos momentos lo encerraba entre sus brazos, y con maestría intentaba despojarlo de su ropa.

Estaban dentro del salón en penumbras, se notaba que solo ellos estaban ahí... Kazuto no tenía la mente tan nublada como para comprender que si Kouchirou se enteraba de aquello iba a matarlo.

Pero la droga de sus besos era tan adictiva... tan deliciosa... y su cabello largo que era el depositario de sus suspiros, su piel tan suave... Toda ella un precipicio por el que estaba a punto de arrojarse.

Sus movimientos torpes, los había llevado hasta el sillón de la sala. Las prendas adornaban el suelo, mientras la luna que se filtraba por los postigos era el único testigo de lo que estaba a punto de ocurrir.

Él estaba como anestesiado, y se dejó desvestir por esos dedos ágiles, que entre besos ardorosos lo despojaba de toda atadura. Luego con esa misma gracia, ella se deshizo de su blusa, de su short y cuando nada más ocultaba su piel pálida se volvió a él con las mejillas ardiendo.

Asuna era preciosa, y a la luz pálida del astro su piel adquiría un matiz casi místico. Como una diosa a la que estaba a punto de profanar.

Las ansias de su ser al contemplarla crecieron hasta un punto casi sin retorno...

—Kazuto... —la voz de ella fue un eco que le acarició la mejilla antes de transformarse en un beso, lento y demandante.

Retribuyó a su acción, y pronto sus cuerpos se unieron de la misma forma en la que sus labios se encontraban ceñidos. Piel contra piel, hueso contra hueso...

La hundió en la superficie mullida del sofá, y se sorprendió de la forma dócil en la que se dejó hacer, sus ojos tenían un resplandor de oro en esa penumbra, y brillaban cual gemas. Su piel blanca, orlada de diminutas gotas de sudor era la invitación a arrojarse sobre ella y tomarla... tomarla hasta el punto de la inconsciencia.

—A-Asuna...

Se detuvo un segundo a contemplarla, y entonces la enormidad de la situación lo abofeteó con fuerza. Trayéndole a la mente lo que estaba a punto de suceder... ¿en qué momento se hubo desvirtuado tanto? Viéndola allí a punto de consumar una acción de la que no habría marcha atrás... ¿realmente estaba dispuesto a eso? ¿Mancillar la confianza de su amigo...?

Los labios de Asuna se abrieron en interrogación al verlo tan inmóvil —¿Kazuto?

La escena en si no podía ser más perfecta... una hermosa chica entregada a él... Pero esa chica no era su novia, sino la hermana pequeña de su mejor amigo... y siempre la consideró parte de su familia.

La frase Prohibida #Kiriasuweek2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora