Carta a una adolescente

96 0 0
                                    



Querida hija:

Quisiera intentar explicarme y la mejor forma en la que siempre lo he hecho, es escribiendo. Me ayuda a pensar, ordenar mis ideas y a afianzar sentimientos. Al escribirlo, lo recuerdo, intento explicarlo de la mejor manera posible y puedo borrar y volver a escribir, si es necesario, para que al leerlo, sea fácil de comprender.

Me está costando mucho acostumbrarme a esta nueva situación, la de tu adolescencia, tu crecer y evolucionar.

Es normal, eres mi primera hija. Recuerdo que a la abuela le pasaba igual conmigo. Luego, cuando llegaron mis hermanos, lo tenía asimilado. A mí me sucederá lo mismo supongo, porque tengo dos hijas.

Tengo que aprender a ser madre de adolescentes. Nunca lo he sido, igual que he ido aprendiendo a ser madre en muchos otros aspectos y creo que no lo he hecho tan mal. Tengo dos hijas maravillosas.

NO venís con libro de instrucciones y tampoco hay uno que sea para hijos, "¿Cómo entender a tus padres?", estaría bien, salvo que hay millones de padres y de hijos diferentes y eso es un problema. Cada uno sois un libro distinto y yo estoy leyendo el tuyo, y en ocasiones, no leo bien, no entiendo lo que leo, o debo de leer más veces algún capítulo.

Luego está, el tema de que los padres estemos absolutamente de acuerdo en ciertas cosas y eso...es imposible. Siempre hay que hablar y negociar.

Intento ponerme en tu lugar, te lo aseguro. También fui adolescente aunque no lo creas. Pero la diferencia es que, ahora estoy en el otro lado, soy la madre que te parió.

Necesito varias cosas. Tiempo, para adaptarme. Sinceridad por parte de ambas, para que la relación sea fuerte y segura. Nadie jamás te querrá tanto cómo la persona que te trajo al mundo. Respeto, para que nos hablemos desde el corazón y no desde una cabezonada y un impulso instantáneo y ofensivo.

Siento que te haces adulta y eso es difícil de asumir. Tienes tus necesidades y deseas descubrir el mundo por ti misma. Sin duda, has de hacerlo. NO voy a vivir tu vida, pero te prometo que voy a estar siempre para apoyarte, si te caes, te ayudare a levantar y si te equivocas, veremos juntas cómo hacerlo mejor.

Quiero proporcionarte lo mejor de mí, aunque a veces no lo consigo. Necesito saber que estás bien, y eso se consigue hablando.

Hablar es la mejor terapia. En ocasiones hay que darse un tiempo, para relajar el enfado, aclarar las ideas y plantearse cómo hacerlo. Pero tiene ventajas. Soluciona malos entendidos, aclara las propuestas por ambas partes y sobre todo, uno se queda como aliviado y se siente mejor.

Sé que aún hablando, en ocasiones no se consigue todo lo que uno desea, pero hay que priorizar y ver lo que es importante y lo que no lo es tanto.

A estas alturas, ya nos conocemos, y me gustaría que siguiera así por muchos años. He oído que hay padres que no conocen a sus hijos, por muchos motivos, pero eso me da pena y no quiero que nos suceda a nosotras.

Bueno no voy a seguir dándote la chapa.

Sé que soy mayor para ti, aunque soy joven y tengo la mente muy abierta y soy capaz de asimilar muchas cosas, te pido Tiempo, como lo hacía antes y te aseguro que poco a poco, iremos caminando juntas de la mano.

Tú en el lado del crecer y evolucionar y yo, al otro, aprendiendo de ti y de tu vivencia e intentando disfrutar de todo el tiempo y los momentos que nos quedan por vivir juntas.

Te quiero mucho, no lo olvides.

CARTAS A UNA AMIGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora