Rostro de porcelana.

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Debo admitirlo, la parte más difícil siempre es escapar.


-¡Cuidado!- La tomé del brazo mientras resbalaba por el techo. Unas cuantas tejas cayeron al suelo.

-¡Ahí están!- Gritó un guarda.

-Sujétate-


Nos dejamos caer por el otro lado del tejado mientras unas saetas de ballesta cortaban el aire.

Lamentablemente no hay paja bajo todos los techos de los que saltas. En nuestro caso, nos amortiguo una mesa llena de pescado.


-Conozco un lugar donde refugiarnos- Dijo ella.


Entramos por una bodega llena de barriles de ron, sacos de granos y varias cucarachas que huían de nuestras pisadas.


-Es de una gran amiga, ayudó a escapar a un par de hermanas; pero descubrieron sus planes y ahora debe trabajar para el gobernante.-

-Será un refugio temporal, necesitamos salir del puerto al anochecer. Nos disfrazaremos y buscaremos algún barco.- Le respondí.

-Nunca he estado en alta mar. Pero he escuchado muchas historias de monstruos temibles y piratas despiadados.- Dijo abriendo sus grandes ojos. - En la taberna siempre ponen los carteles de los más buscados, me daría miedo encontrarme con alguno de ellos.-

-Jeje, deberías temerle más a los guardas y gobernantes que persiguen inocentes como tu.-


Llegamos a una puerta, ella observó por un agujero y luego jaló un mecate. Una dama semiorco verde, de más de 2 metros de alto, musculosa y con grandes colmillos abrió la puerta.


-¡Ihub! Que alegría verte- La tomó entre sus grandes brazos y la elevó a su altura. -¿No deberías estar ensayando para el festival de la próxima semana? -

- El capitán Norbertino chantajeó para que me entregaran mi virginidad a él.-

- ¡A ese sádico sin vergüenza! ¿Mi niña te hizo daño? Nadie debería estar con él su primera vez. Tendré que visitar a Duffer y enseñarle modales.- Dijo la semiorco mientras se le ponían los ojos rojos de tristeza.

-Tranquila, él me salvó, su nombre es Neku. Pero ahora nos busca la guardia y necesitamos un lugar donde escondernos mientras pasa la noche.-

Me miró con recelo, con su gran y áspera mano agarró mi cuello y dijo -¿Qué clase de bicho eres?¿Crees que te puedes llevar a mi niña?-

-Suéltalo, él no es malo. Lo ví enfrentarse a Duffer en la cantina.-

-Entonces está loco.- Y me dejó caer.

-Mucho gusto- Dije mientras recuperaba la respiración. -Gracias por el cumplido.-

-Los esconderé, pero será mejor que vuelvas a disculparte con Duffer y alegues que te secuestraron.-

-Disculpa matrona.- El entusiasmo de Ihub se fue de sus ojos.

-Con todo respeto- Intervine, tratando de recordar las clases de retórica impartidas por el gran orador de Nadida: el gnomo Demostes. -¡No sea bárbara! ¡Tiene noción de lo que está diciendo!-

De acuerdo, no recordé muy bien su ejemplo. -Si de verdad quiere a Ilu, debería dejarla ser libre. Ser una esclava no es vida, debería entender que estar en esa taberna solo le traerá desgracia.-

Me miró con el ceño fruncido, estaba dispuesta a hacerme trozos con sus puños. Acercó su rostro al mío: -Mira gatito, Duffer tiene más poder que cualquiera de nosotros. Una vez intentamos liberar a un grupo de pequeñas y dos lograron huir; pero una no tuvo tanta suerte. Fue atrapada y condenada por una semana a la prisión de hombres.

Tuvieron que sacarla a los dos días pues estaba tan maltratada que ya no podía moverse por si sola. Tenía tantas heridas que los clérigos y magos sanadores no pudieron sanarle completamente el rostro. Y yo, ahora tengo que trabajarle al gobernante sin recibir un centavo y alegrarme de la basura de comida que él me da para poder ver a mi esposo e hijos una vez al mes en una isla desolada. ¿Quiéres que ella sufra eso?...

...Y su nombre es Ihub.-

La vi directamente a sus ojos. -Es porque le temen que él es tan fuerte, no es más fuerte ni más valioso que usted o yo.-

-¡Insolente!- Levantó su mano para golpearme.

-¿Qué sucede hermana?- Preguntó una voz tenue que asomaba por las escaleras. Era una mujer elegante, con bastón y una máscara blanca de porcelana. La matrona bajó su mano.

-Un impertinente nos está trayendo problemas, tranquila ya se iba.-


Ihub corrió a abrazarla y le explicó rápidamente lo que ocurría.


-Mi nombre es Bujulé, por favor suban.-


Arriba había un pequeño cuartito y una sala con cuatro sillas. La matrona cerró las cortinas, mientras Ihub contaba lo sucedido.

Después de unas cuantas preguntas, accedieron a escondernos temporalmente.


-Por favor, ella merece ser libre.- Me dijo Buhule.

-Será libre y fuerte. Te doy mi palabra-

-La palabra de los hombres no vale nada en estos tiempos- Dijo la matrona. -Pero vayan a una ciudad segura, y de ahí no la vuelvas a ver. Si algo ocurre yo misma te destrozaré miembro por miembro, hasta hacerte rogar por la muerte-

-Tranquila hermana, las marcas del rostro muestran que este joven conoce el sufrimiento y en sus ojos se ve un alma libre, audaz y noble.-

-Pero loco.-

Bujulé rió suavemente, y tosió. - Si un poco- Las tres rieron. -


Después de la conversación nos fuimos a preparar, con ropas y maquillajes para cubrir las cicatrices de mi rostro. Parecíamos un par de pueblerinos extranjeros.

Las campanas anunciaron las nueve de la noche.


-Ya es hora de que se marchen. Me puedes llamar Violette. Bujulé e Ihub confían en ti y creen que es posible ser libres, ahora es mi turno en creerlo.- La semiorca puso su mano en mi hombro -Tienes razón, es hora de perder el miedo. -

-Tú eres el faro de esta ciudad. Me alegra saber que existes.- Le respondí, unas lágrimas corrieron por sus mejillas, me dio un fuerte y asfixiante abrazo. Buhule se despidió desde las escaleras.

-Listo Neku- Ihub tomó mi brazo y avanzamos hacia el puerto iluminados por la luna llena.

Nadida - Piratas de libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora