Han pasado dos días desde que desperté del coma en el que estaba, y aún no sé nada de él.
Logré decirle todo lo qué pasó a los chicos, los cuales, estaban en el mismo estado que yo, no sabían como reaccionar.
Mis padres aún no saben nada, ellos siguen en China y regresarán en dos semanas.—Marinette, debes comer algo, recuerda que te tienes que recuperar rápido —menciona Luka.
Él no se ha ido a su casa desde que me internaron.
—Si como, ¿te irás a descansar a tu casa? —lo miro.
—Mari, te dije que no pienso dejarte —me tomo de la mano.
—Por favor Luka, ve a descansar, te prometo que me portaré bien y si necesito ayuda llamaré a la enfermera. ¿Si? —besa mi mano.
—Está bien, cualquier cosa llámame —se levanta. Asiento.
Antes de salir de la habitación besa mi cabeza y se va. Suspiro.
Tengo muchos problemas que arreglar, tantas ganas de salir a buscarlo y salvarlo.
Me siento tan mal por no haber echo nada por él, no merece esto. Es mucho el daño que Howk Moth le está haciendo; sin embargo, aunque me escape de aquí, no sabré donde está.Me levante lentamente y me recargue en el tripié donde estaba el suero. Me puse mis sandalias para después comenzar a caminar lentamente a la puerta, una vez afuera, reviso que no haya nadie por los pasillos, pues ya es de noche y solo hacen guardia por los pacientes que seguimos en cama.
He terminado en este lugar como cinco o seis veces, ¿porqué razón? No me acuerdo pero lo conozco al derecho y al revés.
Los pasillos estaban solitarios, solo se escuchaba el ruido de la radio de la cafetería en donde estaban cenando, probablemente no se hayan dado cuenta de mi presencia fuera de la habitación.Me dirijo a la azotea del hospital. Y no, no haré nada malo, solo quiero tomar aire fresco, estar mucho tiempo en la habitación me va a enfermar aún más de lo que ya estoy.
He llegado, la brisa está fresca. Esta brisa, la he extrañado todas las noches que no he podido salir.
La ciudad está aparentemente tranquila, el ruido que el aire hacía era placentero, solo cierro mis ojos y escucho.—¿No deberías estar en tu habitación? —mencionan a mis espaldas.
Dios, no puede ser.
Volteo a ver rápidamente, y empiezo a retroceder hasta chocar con la rejilla.—¿A-adrien? —estoy estupefacta.
—Marinette, no deberías estar aquí, está oscuro y solitario —se acerca a mí con una sonrisa.
Mierda, no se que decir.
—Tranquila —se pone a mi lado.
—¿Cómo es que actúas normal después de todo lo qué pasó? —pregunto cabizbaja.
Ríe.
—¿Qué te causa tanta gracia? —pregunto algo molesta.
Se deja caer al suelo.
—¿Me estas cuestionando? —voltea a verme. Me mantengo firme aún cabizbaja.
Levantó la mirada y me decido por irme, pero me toma de la bata.
—¿Porque no admites que te gusto?
—Para que mentir sobre algo... Que lleno mis pensamientos de asco y repugnancia —volteó a verlo.Tenía los ojos igual como la última vez que nos vimos. Esta vez, iba vestido como Adrien, tenía su rostro lleno de rasguños y el brazo derecho vendado.
—No me importa lo que tenga que hacer, así tenga que sacrificarme a mi misma, pero... Te sacaré del infierno en el que estás —logre que quitara su mano de mi.