Marinette
—Marinette, no, JAJAJAJAJA —le aviento un cojín.
—Ugh, casi ganó, por un tonto round —me quejo haciendo puchero.
—Oye, pero tienes que admitir que soy bueno —me mira con una sonrisa.
—Si ya sabes la verdad para que insistes, tonto —pongo una mano en su frente y se ríe. La toma y la quita lentamente.
Por un momento, nuestros ojos se conectaron mutuamente, podía reflejarme en ellos y sin duda, su color era tan... Perturbador, en el buen sentido.
—Ejeje, otra vez, hasta que te gane —dije refiriéndome al juego.
—¿Estás segura? —tenía una mirada pícara.
—¿Acaso dudas de mi? —lo rete. Empieza a reírse.
En serio extraño esos momentos en los que no me preocupaba nada más que salvar a Paris.
Esto que siento, juro por Dios que no lo había sentido por nadie antes, es como si fuera un arcoíris en medio de la tormenta, lo amo con todo mi corazón. Extraño escuchar su voz, su risa, tengo miedo de no volverla a escuchar nunca más."Adrien, yo te amo. Y mi amor por ti, es más grande que todo lo que nos rodea".
Me hubiese encantado poder haberle dicho lo que siento antes, maldita forma de aclarar las cosas.
Ahora, está aquí, frente a mí peleando por ser libre de las garras de su padre.—¡Marinette, cuidado! —era la voz de Luka.
Mire a mis espaldas, era Tormentosa.
—¿En serio se trajo a todo el circo? —me levante.
Tome mi yoyó y le di un golpe en la cabeza, se volvió a parar dispuesta a golpearme pero le di una patada en el pecho hasta sacarle el aire.
—Luka, encárgate de ella —el asiente.
Empiezo a caminar hacia donde Adrien cojeando, parecía poseído. Cuando estoy cerca me empuja y caigo nuevamente al suelo.
—No te acerques —se bofetea así mismo.
Debe haber una manera de terminar con esto...
—No importa cuantas veces lo intentes —pone su mano en su pecho. —El akuma está en mi, vive dentro de mí
—T-tú...
—Nadie, nadie lo puede hacer a menos... Que abras mi corazón —sonríe.
Él me dijo que el akuma estaba dentro de su corazón, pero no hay manera de sacarlo. No quiero hacerle más daño de lo que su padre le ha echo.
Trate de levantarme, volví a caminar hacia él y logré tomarlo de los hombros, pero el esquiva mi agarre y toma mi mandíbula con fuerza, sus uñas estaban traspasando mi piel.
—¿Qué demonios crees qué haces? —sus ojos no tenían brillo alguno.
Con ambas manos trato de escapar de su agarre, pero él es más fuerte que yo en este momento.
—Confié en ti, pero, ¿sabes que es lo peor? ¿Sabes lo que más me duele de todo esto? Tus mentiras. Quizás si mi padre nunca hubiese causado este vacío, quizás si nunca hubiese descubierto quién eras, me seguirías mintiendo por todo a como lo hacías antes, y aún así seguiría a tu lado, porque lo que yo sentía por ti era real, Marinette —su sonrisa daba miedo.