DIM (I)

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La historia casi nunca es como la cuentan de niño mi madre me contaba historias de las hadas, de cómo Vivían ocultas en las entrañas del bosque ciego, por las noches soñaba con que me visitaban a mi cuarto para protegerme de demonios o brujas, para ese entonces mi madre aún seguía viva pero sus historias murieron con ellas.

Fui dado a los Maestros del viento a los ocho años y desde entonces he crecido entre cultos y religión. Yo, Dimitri Frynn el cuidador del gran oráculo, su sirviente más bien. Los maestros me habían enseñado mucho, aprendí a leer en tres idiomas a la perfección estudie pergaminos tan extraños que aun tiemblo al recordarlo, pero nada más me sorprendía como el gran oráculo. Veía a altos caballeros, personas muy poderosas incluso reyes todos se reunían para escuchar sus palabras y predicciones, una vez le pregunte al maestro Wilred sobre como el gran oráculo había conseguido esos poderes pero su respuesta lejos de aclarar mis dudas hizo lo contrario, me dijo que el gran oráculo solo escuchaba el viento... que el entendía su idioma y que este le susurraba al oído, era algo de locos pero de alguna forma era verdad.

—Dim. —Logre escuchar la voz de Pau. Pero antes de que accediera a abrirle la puerta él ya había entrado.

— ¿Cuándo vas a aprender a esperar que te abra la puerta?

—Algún día los gatos hablarán... ese día será. — Pau tenía una gracia tonta, pero aun así reía. El

Había permanecido mucho tiempo en el templo muchas que yo, Sus padres lo abandonaron a morir de hambre, estaba solo, pero el maestro Wilred lo rescato, prácticamente este lugar era parte de él, y yo que tenía unos nueve años en este lugar no dejaba de verlo como un lugar extraño.

—Pues... ya sé que no debo dejarla abierta.

—El maestro Wilred quiere que vayas a limpiar al gran oráculo.

— ¿Otra vez? —Dije incómodo. —Es la cuarta en este día.

—Eres el cuidador.

—Uno al que los desechos no le hablan como el viento al gran oráculo. —Bromeé.

—Creo que deberías tener cuidado con lo que dices Dim.

—No me digas que crees en eso Pau... ¿enserio? ¿Tu?

—No lo sé Dim... Solo digo que hay algo que no es normal en sus predicciones.

—El gran oráculo ha vivido más de cien años... lo ha visto todo, desde guerra hasta bodas, él puede extrapolar esos hechos históricos a la actualidad.

— ¿No crees que enserio escuche el viento?

—Solo digo que ha vivido más décadas que las que va al baño por día.

—Y será muchas más sino vas a limpiar. —El maestro Wilred apareció detrás de mí como un fantasma.

—Maestre Wilred. —Dijo Pau. —Vine a avisarle a Dimitri su trabajo.

—Y veo que lo has hecho bien Pau... sobre todo el esa charla de los gatos, pues puedes ir a darle de comer y enseñarle de paso hablar.

—Si señor... de inmediato señor. —Dijo Pau con sumo respeto. Se había marchado como si fuese un soldado de la habitación.

—Iré a servirle al gran oráculo.

—Momento Dimitri. —Me detuvo cuando iba saliendo de la habitación.

— ¿Si?

—Los vientos soplan Fuertes... solo si prestas atención podrás escuchar lo que tienen que decirte.

Me marche tan confundido, aun no entendía el afán por la creencia de los vientos. El cuarto del gran oráculo olía a humedad, se sentía un ardor en mi piel al pisar en ella, el gran oráculo se encontraba acostado en su cama, anciano de escasos cabellos plateados y ojos secos, me acerque a él con un paño fresco para lavar su cara lo restregué firmante y con cuidado, pero cuando había terminado y me marchaba sus labios susurraban.

— ¿Que? —pregunte mientras me acercaba, rara vez escuchaba al gran oráculo hablar desde que cayo postrado. Quería cerciorarme de que no tenía alguna molestia. Al acércame me miro con sus ojos grises y repitió unas palabras impronunciables parecidas a una corriente de aire o su suspiro sostenido, toco mi frente con sus manos cadavéricas y de repente imágenes vinieron a mi mente, una montaña de espinas, una mujer guerrera de pelo rojo y corto, un bardo ebrio, un príncipe débil y una espada extraña, luego lo que vi fue peor, caos, sangre y muerte... ciudades enteras destruidas cubiertas de fuego, llantos y un cielo negro... yo me vi entre un gran camino de cuerpos muertos, caminaba entre la sangre y el llanto, las sombras crecían y los reinos estaban destruidos, mire hacia mi lado y estaba el gran oráculo sentado entre los cadáveres.

—Búscalos... los vientos ya susurraron sus nombres... ese es tu papel.

Desperté de la ilusión, no podía explicar lo que me ocurrió en ese momento. ¿Será que este es el idioma del viento?

La Era Del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora