El reencuentro con la piedra Dork

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Nota de autora: Este episodio está dedicado a mis grandes amigas TaliMau y Rubí Galasanz ¡Las quiero mucho!


Severus abrió los ojos cuando una débil luz mañanera que se coló por una hendija entre las cortinas iluminó su rostro. Al principio recorrió con la mirada todo alrededor, tratando de ubicarse y de inmediato recordó que se encontraba en el último lugar donde imaginó estar alguna vez, en la casa de Cordelia.

Se levantó con parsimonia, regodeándose en el recuerdo de la sonrisa de Cordelia la noche anterior. No lo admitiría jamás pero la verdad era que estaba complacido de poder serle útil, de haber provocado aquella sonrisa.

Se dirigió al cuarto de baño para asearse y justo después escuchó unos golpeteos en la puerta de su habitación...

—¡Adelante! —exclamó, pensando que se trataba de Cordelia.

—Señor, mi ama, la señorita Black, le manda a decir que cuando se encuentre dispuesto la acompañe en el desayuno. Chess lo guiará hasta el comedor, señor, lo esperará aquí afuera de su habitación, señor.

—De acuerdo, un segundo —respondió el pocionista, acercándose a un espejo de cuerpo entero que estaba junto a la puerta. 

El hombre se sorprendió a sí mismo escrutando su apariencia, incluso sacó un peine de bolsillo para mejorar el aspecto de su cabello, aunque esbozó una mueca de molestia al comprobar que estaba grasoso como siempre, inclusive un poco más, típico de los días que se encontraba ansioso por alguna razón. La verdad era que todo ese asunto de la expedición al bosque de Birks of Aberfidy, detrás de la casa de los padres de Cordelia lo tenía bastante ansioso ¿Qué tal si al llegar allí la piedra no se encontraba en el lugar? ¿Y si todo fue una treta del destino o aquel recuerdo solo se trataba de una visión provocada por la mente atormentada de Cordelia en su afán por hallar una solución a su mal?.... Él no quería escuchar de nuevo un reproche suyo. No lograba entenderlo pero aún así debía reconocer que desde algún tiempo le afectaba lo que ella pensara de él, así como le molestaba sobremanera la intensidad con la que ella salía en defensa de su amigo el licántropo, que pasara demasiado tiempo junto a él y que se sintiera atraída por su persona. 

Asimismo le complacía y le aliviaba el hecho de que este rechazara sus sentimientos y que estos mismos solo se tratasen de una mera similitud que la pelirroja encontraba entre Lupin y el ya fallecido Phillip Prince.  ¿Por qué ella le provocaba todo aquel remolino de emociones? ¿Por qué le pesaba ahora más que nunca llevar el rostro de Ivanovitch y que así ella lo asociara con odio y sufrimiento? ¿Por qué ya no pensaba tanto en Lily y había dejado de comparar a Cordelia con ella, reconociendo su autenticidad? 

No sabía las respuestas a esas preguntas pero tampoco quería averiguarlas, tal vez porque en el fondo sí las conocía y eso lo asustaba. 

Sacudió la cabeza para intentar deshacerse de todos esos pensamientos e interrogantes que lo aturdían y lo asustaban, y posteriormente abrió las puertas de doble hoja para encontrarse con el elfo.

Snape se dejó conducir por el criado hasta el gran comedor donde encontró a Cordelia sentada en la cabecera de una enorme mesa de doce puestos.  La mujer estaba vestida de muggle y Snape notó que, pese a que parecía un poco ausente y taciturna, mirando al piso, aquella ropa le sentaba muy bien. 

Llevaba unos pantalones negros ajustados, unas botas del mismo color que le llegaban casi a la rodilla y un pullover gris plomo. Era prácticamente la primera vez que la veía vestida así, anteriormente solo en sus recuerdos pero con atuendos que pertenecían a otras épocas.

—Su invitado ya está aquí, señorita —dijo el elfo, haciendo que ella elevara la mirada.

—Gracias, Chess, ya puedes servir el desayuno si eres tan amable y muchas gracias también por tus atenciones. 

El Misterio del ÁguilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora