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Tú eres como el sol y yo soy como la luna; ya sabes, la historia cliché de estos dos estando enamorados. Eres un rayo de sol que entra por la ventana en una cálida y hermosa mañana, siendo la sonrisa de aquella joven y resonando armoniosas melodías de un nuevo día. Soy como la débil pero calmada luz de la luna que posa debajo del mar de aquellas lágrimas de esa chica que mira por su ventana, el silencio de sus palabras y el ruido de su mente oscureciéndose al acabar la fría  noche. Azul y amarillo es todo ahora, cuando está claro es tan lindo y translúcido, pero al todo volverse nebloso nada parece tener belleza. El cielo, el confidente y testigo de este imposible e inentendible suceso, decide unir al sol y la luna, para que así por fin la pequeña joven pueda dejar de sufrir y siempre sonreír; toma todos sus sentimientos en su espacio y arranca todas sus diferencias de sus actos. La hermosa y calida estrella al fin conoce la oscuridad y frialdad del astro, calmando sus excesos y balanceando la tristeza de la luna, se unen en un perfecto eclipse y la joven no puede parar de reír, al fin toda su confusión ha llegado a su fin. El cielo es atacado con fuertes tormentas, casi inevitablemente la estrella y el astro son separados, todo ha pasado tan rápido que casi no puede ser contado; sus corazones rotos y unidad han sido forzados, su mundo ahora está desconsolado. Aquella joven cada día mira hacia ventana, cada noche, cada mediodía, cada medianoche; esperando a encontrar su verdadero amor otra vez, sin poder volver a sentir que todo aquello que pasó, tuvo un lugar real alguna vez.

Es una pequeña historia metafórica de lo que pasa con mi vida últimamente

Monólogos a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora