Aún recuerdo a aquella mujer,con hermosa figura y cabello largo hasta donde la espalda pierde su nombre.
Vestía de negro y su piel era tan blanca,parecía muñeca de porcelana.
Voz delicada y una mirada dulce.Me la topé una noche en mi camino a casa,de la nada apareció a mi lado.
Quiso acompañarme en mi caminata y yo acepté su compañía.Cuando menos atención puse...ya estábamos en el cementerio.
Aquel lugar tenía la peor fama,pues quien no venía a enterrar a alguien,venía a suicidarse al precipicio que estaba al final del terreno.Ella quería que yo entrara,intentaba convencerme como aquellos sujetos lo hacen para robarse a los pequeños.
No cedí a sus palabras.
Eso creí.
Cuando de pronto ya estaba en la orilla de aquel vacío.
Ella me veía y me decía que lo hiciera,que no había mal más allá de la muerte.