Prólogo

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Cuando desperté en esa blanca habitación me sentía mareada, no sabía cómo había llegado hasta allí.
Pasé un rato mirando el techo, en silencio.
Al cabo de un rato la puerta se abrió y entró un médico rubio de mediana edad.

- Veo que ya te has despertado- dijo- seguro que estás un poco confusa, pero no te preocupes, ahora te lo explicaremos todo.
Me dio unas pastillas y me dijo que podía ir a cambiarme.

Fui a ducharme, pero por más que lo intenté no conseguí acordarme de nada.
Empecé a perder los nervios, no recordaba por qué estaba en un hospital, ni siquiera sabía cuál era mi nombre.
Me puse la ropa que el doctor me había dado y salí del baño.

Sentada en la habitación me encontré a una mujer alta y delgada. Iba completamente vestida de negro y llevaba el pelo recogido con una coleta perfecta. No la conocía de nada, pero por su aspecto y su forma de sentarse supuse que sería una persona un tanto estirada.
Cuando me oyó entrar se giró hacia mi y me miró con cara de pena.

-Buenos días, Liz- me dijo- yo soy la señorita Mackenzie, la directora del orfanato en el que vives.

-¿Cómo que un orfanato? Yo no vivo en un orfanato- contesté.

-¿No? ¿Entonces dónde vives?- Hizo una breve pausa y me llevó hasta la cama, las dos nos sentamos- Mira Liz, se que no entiendes nada, pero es muy difícil para mí contarte esto y necesito que te relajes un poco y me dejes explicarte lo que ha ocurrido.

-Está bien.

-Bueno,-se aclaró la garganta- pues hace unas semanas sufriste un terrible accidente.

- ¿Qué tipo de accidente?

-Te caíste por las escaleras del sótano de la escuela. No se qué hacías allí, es un sitio prohibido para los estudiantes, pero, ahora eso no importa. Te diste un fuerte golpe en la cabeza y perdiste el conocimiento. Al estar en un sitio como ese, nadie te encontró hasta unas horas después.- me mira directamente a los ojos- eso ocurrió hace tres semanas, desde entonces has estado en coma, aquí en el hospital. Nos informaron de que, debido al golpe, has perdido la memoria y no la volverás a recuperar. Todos los alumnos estan muy afectados, no entienden cómo pudo ocurrir.

Entonces comprendí por qué me sentía tan aturdida y no recordaba absolutamente nada.
La señorita Mackenzie me miraba, preocupada, pero yo no era capaz de contestar. Me dejó un rato a solas para que pudiese reflexionar y luego vino a buscarme para comer. Después de tener algo en el estómago me sentí mejor y me atreví a preguntar algún dato sobre mi anterior vida.

Así descubrí que mi nombre completo es Elizabeth Evans pero que prefiero que me llamen Liz, tengo 16 años y vivo en el orfanato desde que tenía cinco, cuando mis padres murieron en un incendio. El orfanato se divide en dos partes: una de ellas es donde damos clases, de lunes a viernes, y en la otra están las habitaciones y el comedor. También tiene un enorme campo, donde los alumnos quedan para pasear y relajarse y una biblioteca para poder estudiar. Los fines de semana nos dejan salir e ir al pueblo que hay al lado del orfanato. Se puede comprar en el mercado, sentarse en los bancos de la plaza, visitar el museo o simplemente ir a dar una vuelta.

La señorita Mackenzie me dijo que tendría que vover mañana al internado y que me incorporaría a las clases en una semana cuando me haya adaptado un poco. Al fin y al cabo no me parece tan mal, estoy deseando comenzar una nueva vida.

El secreto de LizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora