2. Risas y murmullos

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La semana siguiente a mi llegada la pasé casi entera en mi habitación, solo salía cuando me moría de hambre,  y tenía que enfrentarme a risitas y miradas curiosas. Lo único que hacía era dormir, comer y a veces leer, ni si quiera me atrevía a mirar por la ventana.
Hoy me tengo que enfrentar a mi primer día de clase. Había pensado fingir que estoy enferma, pero hace un rato ha venido la directora Mackenzie a entregarme el horario y a visto que me encontraba perfectamente.
Así que he decidido que voy a ir e ignorar a cualquiera que no sea amable conmigo, como la persona madura que soy. Meto los libros que voy a necesitar hoy en la mochila y salgo de la habitación. Una vez fuera me quedo observando el letrero de mi puerta, en el que pone, "habitacion 308, Elizabeth Evans"
Entonces siento un cálido aliento en el cuello.

- Buenos días, Elizabeth.

- En realidad es Liz- corrijo mientras me doy la vuelta.

Y allí, delante de mí, está el chico de los ojos azules, que en cuanto me giro, se va, dejándome de nuevo con la palabra en la boca.

Estoy confundida, primero me ignora, haciendo que todos se rían de mí, y ahora es él el que se acerca silenciosamente y me da los buenos días. Aunque, al igual que el otro día, se ha marchado sin dejarme contestar.


El edificio en el que se dan las clases está cerca de la puerta principal, por lo que hay que seguir el camino de árboles para llegar. Mi primera clase es la de matemáticas, pero el colegio es tan grande que me pierdo y llego tarde. Cuando entro, la profesora me mira con cara de fastidio.

- Llegas tarde, Liz.

- Lo siento, me he perdido- digo mirando al suelo.

- Pues que sea la ultima vez, ahora siéntate e intenta seguir la clase.

Me siento en el único sitio que queda libre, y me fijo en que a dos mesas de distancia está el misterioso chico del banco, cómo no.
Todavía no tengo claro si me gusta o no, pero no puedo parar de mirarlo durante toda la clase. En cambio, él no lo hace ni una vez, sino que se dedica  a escribir algo en su cuaderno. Parece muy concentrado.

- Liz- dice la profesora

- He...?

- Cuál es la reapuesta al problema?

- 326- Contesta el chico de los ojos azules.

- Sí, esa es la respuesta, pero le he preguntado a Liz.

Y justo cuando pensaba que intentaba ayudarme contesta:

- Pero Liz no sabía la respuesta,señorita, estaba demasiado ocupada mirándome.

Todos se parten de risa y empiezan a gritar mientras yo me muero de la vergüenza. ¿Cómo sabe él que le estaba mirando? ¿Y cómo sabe la respuesta si estaba tan concentrado escribiendo? Es imposible.

No se que habría hecho si no llega a sonar la campana del recreo.
Las demás clases no son tan malas, en ninguna más coincido con él. Y al fin llega la hora de ir a comer. Cuando llego, el comedor ya está lleno de gente, así que cojo un plato de sopa y voy hacia una mesa que esta vacía.

Pero, alguien decide que mi día no a ido lo suficientemente mal y me pone la zancadilla. Yo, que voy mirando hacia delante no veo el pie y me caigo, derramando la sopa sobre la persona que tengo delante. Recojo el plato mientras pido perdón unas mil veces, pero cuando alzo la vista, allí esta mirandome, cómo no, el chico misterioso.

- ¿Como has dicho?- pregunta.

- He dicho que lo siento muchísimo. - respondo- Mira, no se qué te pasa conmigo, pero no te he hecho nada- me ruborizo- salvo tirarte la sopa encima...

- ¿De verdad has dicho que lo sientes?

- Sí! Siento haberme caido sobre ti!

No lo aguanto más, no puedo seguir siendo amable cuando todos me tratan tan mal. Dejo el plato delante del chico y me marcho del comedor, necesito estar sola.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2017 ⏰

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