1. Un nuevo comienzo.

4 0 0
                                    

Hoy es el día, volveré al orfanato y empezaré de cero. Estoy nerviosa, no sé qué pensará la gente, no recuerdo si me llevaba bien con mis compañeros, si tenía amigos. Pero quiero empezar con buen pié, seré optimista e intentaré que todo salga bien.

-Ya hemos llegado- anuncia la señorita Mackenzie- éste será tu nuevo hogar, espero que te guste.

Salgo del coche y me quedo con la boco abierta. Tengo ante mis ojos una enorme explanada, completamente verde, con un camino de árboles en flor y unas enredaderas formando un techo.

Seguimos el camino y mi sorpresa no puede ser mejor al ver el edificio en el que pasaré casi todos los días de mi vida. Es completamente diferente a como me imaginaba. Yo pensaba que sería como en esas películas antiguas, triste y aburrido, pero estaba muy equivocada.

Es un enorme edificio de piedra, con muchas ventanas y una puerta muy grande de madera. Lo rodeamos hasta llegar a la parte trasera, donde está el patio. Un espacio totalmente verde con bancos y un parque muy bonito.

- Detrás del parque hay un sendero que te lleva por el bosque- dice la señorita Mackenzie- al final llegas a una colina, las vistas desde allí son preciosas, sobre todo por la noche. Pero solo se les permite el paso a los alumnos con más de quince años, para que no se pierda nadie.

- Estoy deseando ir- respondo.

La directora me sonríe.
- Ahora están todos en clase, pero saldrán a comer dentro de un rato. Mientras tanto puedes ir a ver tu habitación. Seguro que te gusta.

Y así es, nada más entrar me he sentido como en casa. No es muy grande, pero es preciosa. Tiene las paredes azules y el suelo es de madera. Hay una ventana por la que se ve el camino de entrada y una mesa de estudio con una lamparita negra. La cama es grande y blanca y tiene dos almohadas.

Me acerco al armario y lo abro para ver mi ropa. Está doblada y ordenada, es muy bonita. Me apetece ponerme algo mío, creo que así sentiré que encajo en este sitio, que sigo siendo yo. Al final me decido por unos vaqueros azules y una camiseta negra de tirantes.

Voy al baño y me miro al espejo. Al ver mi reflejo en el cristal me fijo en el colgante que llevo en el cuello, es muy bonito.
Peino mi largo pelo rubio y me lavo los dientes. Luego, me siento en la cama y observo la que siempre ha sido mi habitación, con mis fotos colgadas en la pared y mis libros ordenados en la estantería. Entonces, me doy cuenta de que no sé nada de mí, de mi antigua vida. Pero me da igual, soy diferente a esa chica que perdió la memoria y quiero que todos me conozcan por lo que soy ahora. Me levanto y salgo decidida de la habitación.

Cojo un bocadillo del comedor y salgo al patio que ahora sí que está lleno de gente.
Me siento en un banco y noto que todos me observan y cuchichean. Se han formado corrillos de gente que me señala y se gira cuando miro.
Me empiezo a poner nerviosa, ya no tengo tanto hambre, así que tiro el bocadillo y me voy.
Entonces, veo a un chico sentado solo en un banco. Está de espaldas a mí, pero puedo apreciar lo fuerte que está. Me acerco a él y le tiendo la mano.

Hola, me llamo Liz.

Se gira hacia mí y me quedo helada, bajo su pelo corto y moreno se esconde el rostro más hermoso que he visto nunca. Tiene unos labios pálidos y finos y la nariz aguileña. Pero lo que más me sorprende son sus ojos, de un azul intenso que, a pesar de su ceño fruncido, transmiten tranquilidad.
Mira mi rostro durante unos segundos, más de lo normal, pienso yo, parece como si me inspeccionara. Luego baja la mirada hasta mi mano que sigue tendida hacia él y se va.

Y me quedo allí, en medio del patio, con la mano en el aire como una tonta y todos mirándome. Siento tanta vergüenza que salgo corriendo hasta mi habitación, la 308, en el segundo piso y me meto en la cama. No pienso salir jamás.

El secreto de LizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora