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Final

− ¿Dipper?

Maldijiste internamente al escuchar aquella angelical, inocente voz decir tu nombre, tus manos comenzando a sufrir incontrolables espasmos como producto directo de los nervios que fueron atacándote en ese momento, causando que dejaras caer, torpemente, aquella formidable navaja que el tío abuelo Stan te había regalado la última vez que habías visitado Gravity Falls, aterrizando ruidosamente en el suelo.

El sonido del metal golpeando la madera que bordaba aquella lujosa cama matrimonial fue suficiente para llamar la atención de Mabel - al menos, si todos aquellos gritos no lo habían sido para despertarla - que, lejos de estar aterrada, comenzó a dar pasos, temblorosos pero determinados, hacia tu dirección.

− ¿M-Mabel?

− Dipper... ¿Qué estás haciendo en el cuarto de nuestros padres?

Intentaste buscar una excusa. Una mentira. Cualquier cosa que la detuviese de encender la lámpara más cercana, pero, por desgracia, tu mente seguía en blanco. Comenzaste a sudar, presa de los nervios. Pero Mabel continuaba acercándose hacia ti, bordeando la cama de sus padres como si reconociese aquella habitación de memoria, sus pies descalzos aventurándose cuidadosamente por aquel costoso suelo de caoba hasta sentir aquella húmeda, pegajosa sensación recorrer sus dedos, adhiriéndose a su piel y empapándolas de aquel característico liquido, el cual ella examino cuidadosamente.

− ¿Dipper... p-porque el s-suelo está lleno de sangre?

Su voz había perdido toda valentía que hubiese permanecido dentro de ella. Observaste como Mabel comenzaba a retroceder, visiblemente aterrada, sus ojos café nunca abandonado los tuyos a medida que se acercaba hacia el interruptor de luz más cercana.

Intentaste detenerla, avanzando frenéticamente hacia ella, extendiendo una mano hacia la suya para intentar evitar que encendiese aquella bombilla.

Grave error.

− ¡Dipper! ¡T-tu... tu brazo!

− Mabel, e-escúchame...

− ¡Tu brazo, Dipper, está lleno de sangre! ¿¡Qué... q-que esta ocurriendo!? ¡Porque hay tanta sangre en tu brazo, y el suelo, y mis padres...! ¿¡D-donde están mis padres!?

− Mabel... tranquilízate...

− ¡Mis padres, Dipper! ¡Por favor, d-dime que no... dime q-que no les hiciste n-ningún daño!

Lagrimas habían comenzado a resbalar por sus sonrojadas mejillas, las cuales intentaste acariciar en un intento por calmar aquellos nervios que estaban apoderándose de ella. Pero ella aparto tu mano con visible disgusto. Sus ojos te observaban fijamente, desconfiando totalmente de tus intenciones, a medida que su cuerpo se acercaba instintivamente hacia el interruptor de luz más cercano.

− ¡Mabel, por favor, escúchame! ¡E-ellos querían... ellos querían separarnos, y yo... y-yo solo...!

- D-Dipper... por favor, dime que no cometiste n-ninguna locura...

Tu garganta se sentía particularmente seca en ese momento, y tus ojos, como los de tu gemela, habían comenzado a humedecerse también, dejando resbalar varias lágrimas de ellos. De repente, tu cabeza se sentía demasiado pesada sobre tus hombros, y la realidad misma parecía haber perdido significado alguno, disolviéndose completamente a excepción de ti, y de aquel angelical reflejo que se encontraba frente a ti, observándote con evidente temor en sus ojos.

Secretos (Pinecest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora