Escuché, acepté y entendí una vez que te alejaste de mi vida, cada pequeña cosa que me habías lanzado.
Tus palabras eran un dictado de la verdad en juicio, tan siniestras, enroscadas y despiadadas por libertad.
Una libertad que yo no podía darte, y aún así me encarcelaste en tu mente y esa es otra razón del porque, fuera lo que fuera que teníamos, no funcionó.