Frío.
Eso era lo que sentía, una sensación helada que la envolvía de pies a cabeza incomodándola terriblemente.
Aparte de eso, no sentía nada mas, en sus pensamientos confusos solo podía pensar –"hace frío, me congelo..." ̶ una y otra vez, sin parar. De pronto, entre la confusión y el frío templado que la envolvía como una manta, la atravesó la inconfundible sensación llamada, dolor.
Abrió los ojos sintiendo un grito subir por su garganta para demostrar su sentir, pero este lamentablemente pereció a medio camino; la horripilante cara, de grandes ojos vacíos y huecos, de sonrisa retorcida, de cabello de aspecto mugriento como si tuviera mucha suciedad y sangre mezclada entre los mechones que daban giros formando rulos pegostosos, aunado a la piel tan blanca como el papel, hizo que enmudeciera y su pecho se contrajera al igual que su estómago en un estrujón tortuoso además de doloroso.
No respiró, no habló, ni pestañeó. Contuvo todo mirando con lo que sabía era el más crudo miedo que haya experimentado en su corta vida al repulsivo ser sobre ella.
—Que hermoso rostro, una mezcla de terror perfecta—la voz grave pero rasposa, como si al hablar las palabras invisibles pasasen antes por una lija, le hicieron temblar cada célula de su ser.
El agudo dolor le permitió, al fin, mover su cabeza hacia su brazo izquierdo donde pudo ver la causa de eso.
En su mano, el anillo hermoso que antes había encontrado y colocado resplandecía fuertemente, en un fulgor rojizo. Entendió que el dolor que le atravesaba el brazo provenía desde allí. Era la clara sensación de estar quemándose, de tener un hierro al rojo vivo sobre la piel, específicamente, en su dedo anular.
En esta ocasión no hubo nada que le hiciera contenerse, y un hilarante grito de dolor, pánico y desazón hizo eco en el espacio en negro en el que estaba, siendo acompañado por la intensa risa terrorífica del ser que le hacía compañía.
—¡Vaya! Jamás pensé que un humano podría gritar así.
Temblando se sentó, y puso su mano derecha sobre la izquierda, con la intención de arrancar el anillo pero este no salió, no podía quitarlo. Notó que a pesar de sentir tal dolor, no se estaba quemando realmente, sollozó presa del miedo y a su lado la risa no paraba; el grotesco ser se reía y burlaba de ella por su condición.
—¡Maldita sea, deja de reírte de una buena vez! —le gritó con ira, dolor y malestar, para después verlo con horror, ahora observaba mejor no solo el rostro, sino también el cuerpo; era como un gran esqueleto de casi dos metros y medios, con aún piel en algunos sitios, como la mitad del tórax, una mano, una pierna y el rostro. En el resto del cuerpo donde no era cubierto por la carnosidad lechosa, tenía como girones de "carne" o tela (ella no sabría especificar) colgando de estos, con una especie de armadura cubriendo sus hombros, una tela rojiza envolvía lo que era la cintura del gran esqueleto, con unas tiras de cuero negro formando una x, a un lado tenía un estuche de trozos de piel cocida, siendo como para guardar un libro o algo, su aspecto era más... humano, que era lo que cargaba su sola presencia con mayor terror. El monstruo dejo de reír y la vio con burla en su mirar dorado, tembló siendo que no había notado antes ese color en sus ojos.
—Pareces tener agallas, ¿eh? — río nuevamente y se acercó a su rostro quedando a centímetros.— eso me gusta.
Contuvo el aliento, para después tragar saliva lentamente. Sacó valor de donde no lo tenía, el dolor en su mano había mitigado mas no desaparecido, pero con eso fue más que suficiente para mirarlo con mayor énfasis, además de aclarar su mente, sirviéndole para recordar todo antes de terminar con un monstruo asqueroso y burlón.
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Extrañezas y hazañas
FanfictionHasta las cosas más pequeñas pueden ocasionar grandes desastres. Eso es lo que comprueba Kaori que, al encontrar un anillo, se ve inmersa en un gran caleidoscopio de situaciones que trastocan su realidad hasta consecuencias demás de insospechadas. ...