—¡haaaAAA! —gritó muy fuerte empuñando las manos, cuando se terminó de cerrar la puerta. Empieza a comerse la uña del pulgar y se acerca al espejo buscando una explicación.
Su reflejo le dice muy confiado: que había vuelvo hacer el mismo de antes, aquel hombre insignificante que había llegado a ese hotel, unas horas antes, con la excusa de presenciar la boda de su gran amigo. Pero la verdad, es que unos minutos antes estaba con la verdadera excusa de su llegada, y por puro temor de quedar aún más hundido en la soledad, ha dejado ir a la chica.
—Yo he estado contigo... —le seguía diciendo su conciencia convertida en su reflejo, —desde que tienes razonamiento, apoyándote hasta en tus decisiones más difíciles, también hemos vivido una trágica vida a parte de confiar y amar, y al final, ser abandonados como siempre. Pero cuando especulaste sobre darte otra oportunidad para volver a sentir, yo me opuse deliberadamente, tanto que ni siquiera te había hablado hasta ahora, pero quiero decirte que me equivoque y tú también lo harás si la dejas ir, porque ella crea un efecto entre nosotros que nos libera de la soledad que hemos cargado desde pequeños a pesar de la gran amistad de Steven.
—Olvidado. Ya no depende de mí, ella fue muy clara conmigo, ya no le intereso —y voltea hacia la cama con el dedo pulgar en la boca.
—¿Y nos rendimos tan rápido a su personalidad un tanto agresiva? ¿Es así como terminará la noche?
John se queda parado observando el reloj en su muñeca mientras lo acaricia con sus dedos, y al notar que eran las 03:30 a.m., se sintió preocupado. El reflejo continuó hablando: —mira como ella, en apenas unas horas, nos ha cambiado hasta la forma de percibir en tiempo.
—¡Mierda! —dijo y corrió hacia la puerta tras ella.
Presiona varias veces el botón del ascenso pero tarda en llegar, desesperado decide bajar por las escaleras. Exhausto y con las manos en la rodillas para en el cuarto piso, y como por arte de magia, logra ver al mismo botón que lo había entendido, salir de una habitación con más sabanas en sus manos, y va hacia él sin nada de aliento.
—¡Señor John! Que gusto verle de nuevo.
—Debo continúan con los ejercicios —dijo sofocado y luego le preguntó:
—Oye ¿sabes cómo bajar más rápido?
—Si claro, por donde lanzo las sabanas y eso, es aquí —dijo señalando un ducto que se encontrada en la pared del pasillo —saldrá en la lavandería y al fondo vera una puerta blanca que lo llevará al lobby.
—Gracias ya no me debes.
El Botón gruñe los ojos y se queda en duda pensando a que se refería John con lo de no me debes, mientras que John entra al ducto pequeño en la pared, y se desliza gritando hasta caer en un montón de sabanas adentro de un contenedor. Asustado se revisa rápido topetándose todo el cuerpo y después comienza a correr mucho más rápido hacia la puerta blanca.
Al llegar al lobby le pregunta al portero hacia donde se había ido la joven con la que había entrado, el portero medio inexacto le dijo que se había ido hacia el lado izquierdo, señalando con la mano, y John sin mirar hacia al lado contrario corrió hasta la esquila y diviso por todas partes pero no distinguió nada, y con un respiro hondo y la mirada decaída se dio la vuelta y camino hacia el hotel.
Pero cuando iba a sostener la empuñadura de la puerta de cristal para abrirla escuchó esa voz tan suave que intuye sus oídos:
—¡John! —dijo Dalila que iba también de regreso al hotel.
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"El Caballero & La Prostituta"
Short StoryJohn es un hombre muy atractivo y dueño de una reconocida marca de zapatos. Pero detrás de su caballerosidad y gran físico, se esconde un pasado atroz, tanto, que lo ha convertido en un hombre solitario. Pero al viajar hacia parís por motivos de ami...