LE PIDO UN FAVOR AL CHICO QUE VENDE AGUA

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«Mantente atento por si oyes el camión del agua, ya casi se acaba» Es lo último que dijo mi madre antes de partir a su trabajo.

Estaba en temporada de vacaciones. No tenía nada que hacer en casa. Estaba aburrido, mi madre me ponía a hacer el quehacer a diario, mi consola de videojuegos se hallaba descompuesta, mis amigos desconectados, me masturbaba a diario y mis ganas de coger eran enormes.

Era uno de esos chicos que quería tener sexo lo más antes posible, pero no le era fácil, pues no era mayor de edad y era gay. Veía porno todo el tiempo y anhelaba el día en que le chupara el pene a alguien.

Entonces se escucho un camión por la calle. Me asomé al instante; en efecto era el camión que vendía agua en garrafones. Lo único que tenía que hacer era tomar un garrafón vacío e ir a la puerta, pedir otro y entregar el mío, después pagar, era demasiado fácil.
Así que bajé hasta la puerta principal con un recipiente vacío y pedí uno lleno. Esperé unos 3 minutos hasta que llegó un chico a recibirme el garrafón.

—Son treinta y cinco pesos —dijo cuando me entregó el garrafón lleno y recibió el vacío. Buscó un poco en sus bolsillos —. En un momento te traigo tu cambio.

Asentí y esperé. Esperé a que atendieran a todos los de la calle. Eran como 4 trabajadores entregando agua a más de cinco casas.
Después de 4 minutos, por fin alguien fue a darme el cambió. No era el mismo chico que me dió el agua, era uno más alto, más ancho, con un mejor peinado y más guapo.

—Te debo $165 —comenzó a buscar en sus bolsillos y a contar monedas.

Mientras lo hacía, mire todo su cuerpo. Vi su cara, qué era bastante linda. Vi su torso; era un poco gordito, pero quedaba genial con esa camisa azul oscuro de la empresa de agua. Me concentré especialmente en el bulto que su pene formaba. Quizá debí haber sido más disimulado, pues fue obvio que notó cómo lo miraba, sin embargo sonrió mientras continuaba contando el dinero.
Sin pensar, me acerqué a él, puse mi mano en sus manos y las baje un poco.

—Quedate el dinero —pausé un momento— y vuelve cuando hayas terminado tu turno.

Hice mis cosas. Recogí la casa, lavé la ropa y me masturbé. A las cinco de la tarde había terminado todo, sólo esperaba no haber perdido 165 pesos con el chico del agua. Pero tocaron la puerta. Me asomé por la ventana, era él.
No pensé que pasara realmente, de hecho no pensé cuando le dije que viniera. No obstante, mi necesidad de chupar un rico pene era gigante. Aunque estaba nervioso, baje y abrí la puerta.

—Aquí estoy —me dijo sonriendo.

—Lo noté —sonreí, pues su sonrisa era hermosa —pasa.

Una vez en la sala le ofrecí agua. Él aún llevaba puesto su uniforme de la empresa de agua, que lo hacía ver más sexy.

—Sí, por favor.

Se veía nervioso con obviedad, frotaba sus manos entre sus piernas.
Serví agua en un vaso y se la di, él bebió un poco y luego bajo el vaso, después solo miró al frente. Me senté a su lado, delante de la televisión, y le hablé.

—Te ves muy bien con ese uniforme —dije apenado.

Me moría de ganas por meterme su miembro hasta la garganta, pero no tenía ni la menor idea de cómo comenzar.

—Gracias —dijo entre una sonrisa inocente.

—Creo que eres muy guapo.

Levanté el brazo y puse mi mano en su pierna, sobre el pantalón azul oscuro. Lo puse con suavidad, a penas tocándolo, quería ver su reacción.
Él se movió un poco, mostrando incomodidad, sin embargo no se opuso.

—¿Crees que soy muy guapo?

Se agachó y dejó el vaso con agua en el suelo.

—Sí y muy sensual, ese pantalón te hace ver así —de alguna manera saque el valor para decirlo.

Entonces deslicé mi mano hasta casi tocar su rodilla y la regresé arriba, cerca de su pene, luego repetí el movimiento. Después de unos 15 segundos de estar pasando mi mano en su pierna, me aventuré a acercarla a su pene. Lo hice poco a poco, muy lentamente. Entonces él su acomodó nuevamente, pero esta vez para abrir un poco sus piernas, lo que me hizo saber que accedía.
Toqué su pene sobre el pantalón. Su miembro parecía ser algo grueso. Me acerqué a él y, con la mano izquierda, acariciaba su pierna. Por fin, abrí el cierre del pantalón y metí mi mano, busqué la forma de sacar su miembro, cuando al fin encontré el agujero de sus boxers, saque su pene y lo rodeé con mi mano. Lo masturbé mientras me miraba a los ojos y sonreía.
Segundos después, me agaché y metí su gran verga en mi boca.

Su pene no era precisamente grande, pero era grueso, tanto como para tener un poco de problemas para meterlo en mi boca. Era de un buen color. No estaba circuncidado, cosa que me gustaba, me gustaba sentir el rico pellejo en mi garganta.
Él se deslizó hacia abajo en el sillón, me tomó de la cabeza y me metía más su verga.
Comenzé, mientras saboreaba, a abrir su camisa azul claro. Adentré mi mano en su camisa y toqué la piel de su panza. Esporádicamente miraba su cara para saber si lo disfrutaba, siempre tenía los ojos cerrados, la cabeza hacia arriba y hacia gestos de placer.
En un momento, jale su prepucio hacia abajo para mostrar su cabeza, lo hice con cuidado para no lastimarlo. Luego lamí el glande con pasión, estaba demasiado excitado. Tomé su pene, lo saqué de mi boca y lo masturbé. Bajé mi cabeza y chupe sus testículos. Me metía sus huevos y los chupaba, jugaba con ellos en mi boca y los sacaba. Después pase su miembro en toda mi cara, golpeándolo en mis mejillas.
Lo metí de nueva cuenta en mi boca.

Pasado de 3 minutos, comenzó a gemir. De repente lanzó un grito ahogado y se retorció de placer, también sentí un líquido en mi boca. Aún con el líquido en mi boca, seguí chupando incesantemente hasta que su verga se puso un poco flácida, entonces la saqué, moví mi lengua para jugar con el semen y me lo tragué. Su sabor era un poco salado, no era el mejor, pero disfruté tragarme todo. Al finalizar, besé su pene y le dí última privadas con mi lengua.

—Tu verga es muy rica —dije caliente.

Metió su miembro en su pantalón y cerró el cierre. Se levantó, me besó y habló.

—Nos volveremos a ver, ¿no?

Acentí y el salió.

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