Capítulo 5

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Los días eran todavía más largos de lo que acostumbraban a ser desde aquella fatídica tarde en la que habían vuelto a ser cuatro.

La velocidad para trasladarse de un punto a otro estaba lejos de ser la misma, corriendo por ello el doble de peligro. Era imposible moverse al mismo ritmo, no con YouJin tan mal herido.

El estado del más mayor seguía empeorando a causa de la falta de medicamentos y conocimientos suficientes para su correcta curación. Ni siquiera habían podido sacar la bala, todavía incrustada en el lado izquierdo de su cuerpo. Con suerte podían mantenerle con vida ¿pero cuánto más podría ser así?

Cada vez estaba más débil, a veces la fiebre le subía peligrosamente y la herida estaba lejos de tener un buen aspecto. Si no encontraban pronto a alguien que pudiera ayudarles, si no tenían esa maldita suerte, sabían cual sería el destino del chico. Lo peor es que él mismo era quien más asumido lo tenía.

Habían llegado hasta una pequeña ciudad de las afueras, encontrando en ella una parada subterránea de metro con algunos vagones abandonados pero en buen estado. Los asientos eran lo suficientemente cómodos para dormir sin problemas y sobre todo, para que YouJin tuviera su merecido descanso después de tantos esfuerzos para llegar hasta allí. Eso era lo que más les importaba a todos en ese momento.

Lograron cerrar las puertas de forma manual y prender un fuego en medio de uno de los vagones, sin olvidarse de abrir las pequeñas ventanas para que el humo no se acumulara allí dentro y acabar siendo peor el remedio que la enfermedad. Últimamente hacía mucho frío y no era de extrañar; el invierno debía estar cerca si hacían cuentas del tiempo que había transcurrido desde que comenzó esa pesadilla.

YouJin se dejó caer en uno de los amplios asientos, como era de esperar. Sus fuerzas eran tan mínimas que en cuanto tenía una oportunidad dejaba descansar su cuerpo allá donde mejor le pillaba. Su aspecto no tenía nada que ver con el chico saludable que HeeJun había conocido aquella noche en el teatro.

—¿Cómo te sientes ahora? —le preguntó el menor mientras se dejaba caer sentado al lado de aquellos asientos sobre los que descansaba YouJin.

—No lo sé... me duele —confesó, intentando centrar su vista en el rostro de aquel que le hablaba. Ni siquiera había tenido una maldita pastilla que calmara esos terribles dolores. Habían pasado alrededor de cinco días y ya empezaban a ser algo más que insoportable. Los pinchazos, la dificultad de cada movimiento, la fiebre... solo era un estorbo para ellos.

—Bueno... —HeeJun tuvo que desviar la mirada, cubierto de culpa y vergüenza hacia sí mismo.

No lo había dicho a nadie. No podía. Si alguno de ellos tres sabía que InSeong tuvo razón al culparle de abrir la puerta y meterles en esa situación... y por una razón tan simple como no soportar a ese chico, por quererle lejos.

Que aquello hubiera ocurrido estaba alejado totalmente de sus planes. La broma había ido demasiado lejos y ahora ¿qué? YouJin herido de gravedad y él muriendo de arrepentimiento. Qué penoso era a veces. Pensó que quitarse a InSeong de encima era lo mejor que podía hacer para su propia supervivencia dentro del grupo y no había hecho más que destrozar a aquellos que le acogieron en su momento.

—¿En qué piensas? —escuchó preguntar al mayor, en voz baja.

"En lo hijo de puta que he sido con vosotros, en lo mucho que lamento que estés así..."

—En nada —mintió.

—Pues parece que ese "nada" te preocupa bastante.

Hell [KNK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora