Capítulo 2

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Encendí mi Audi A3 y recorrí Vancouver entero buscando un bar llamativo para pasar mi noche. Después de media hora de buscar, me detuve afuera del BarNone.

Entré al bar, quería distraerme un rato, salir de todo este mundo de negocios y respirar un segundo o dos quizá. Quería una copa, aunque sea una y regresaría a la realidad. Me senté abruptamente en la barra de bebidas, separando mis piernas incómodamente. Golpeé a alguien al abrir mis piernas. Alcé la mirada para encontrarme con unos ojos cafés claros, era un hombre, un hombre realmente atractivo. Pelo negro, sonrisa perfecta.

—Hola, disculpa —. En realidad, no supe que más decirle. ¿Cómo se llamará?

—Hola, soy Erick —. Dijo, respondiendo a mi pregunta no hecha.

—No te pregunté tu nombre pero, soy Carrie —. Dije, extendiendo mi mano. Él la tomó y me dio una sonrisa que apenas cabía en su rostro.

—Me gusta tu cabello —. Dijo. Realmente me sorprendió. Nunca nadie se fija en mi cabello.

—A mí me gusta tu sonrisa —. ¿QUÉ? ¿No tenía nada más que decir? Que tonta.

— ¿En serio? Gracias —. Respondió. Tal vez ya le habían dicho eso muchas veces, ¿o no? — ¡UNA CERVEZA, POR FAVOR! —Gritó hacia el mesero. Inmediatamente se la trajeron. — ¿Quieres una? —Me preguntó. ¿es buena señal que cuando recién se conocen te invite una cerveza?

—No. Gracias. Así estoy bien —. Respondí.

—Está tarde. ¿Qué haces por aquí? Nunca te había visto

—Al parecer vienes muy seguido aquí. No, nunca había venido pero necesitaba respirar un poco —Dije. Lo miré y ensanchó una sonrisa. Claro. Ya sabe que me gusta su sonrisa y ahora está coqueteando conmigo. Hombres.

—De hecho sí. Vengo muy seguido. Pero ahora seguiré viniendo —. Me dijo. Sonreí.

Volteé a mirar hacia la entrada y vi a Alan y a Maia cruzar la puerta. Otros de mis grandes amigos.

—Discúlpame un momento —. Le dije a Erick. Salí de mi asiento directo hacia Maia y Alan. Él volteó a mirar hacia donde iba yo. Casi sentí sus ojos ardiendo hacia mí. Tal vez no le gustaba que lo dejaran solo. Qué más da, lo acabo de conocer.

Alan se giró hacia mí y haló a Maia para que también lo hiciera. Los dos me dieron una sonrisa de bienvenida.

—CARRIE! —Gritó Maia por encima de la música.

—Maia. Alan. ¿Cómo están? —Respondí.

—Bien. ¿Qué haces acá? No te gustan estos lugares —. Preguntó Alan.

—Quería distraerme un rato. Christopher ha estado algo jodido esta semana —Respondí con algo de indignación. —Y ¿Ustedes qué hacen acá?

—Noche de pareja —. Respondió Alan girándose hacia Maia. Puso sus manos alrededor de su cintura y la besó. Hay no, Dios. Otros. Puse mis ojos en blanco asegurándome de que ellos no me vieran.

Sentí que alguien me abrazó por detrás. Volteé a mirar. Era Erick.

— ¡¿QUÉ ESTAS HACIENDO?! —Le grité estupefacta. No acostumbraba que chicos que recién acabo de conocer me abracen por detrás como si fuéramos pareja. Alan y Maia siguieron besándose.

—Puedo hacerte lo mismo que están haciendo tus amigos —. Me respondió. Volteé a mirar hacia Alan y Ma… Mierda. No están. ¿Dónde carajos… Claro. Los baños.

—Ellos no están. Así que no me harás nada. Fin de la discusión —. Respondí algo orgullosa. Aunque por dentro me interesaría saber qué era lo que me iba hacer. NO. Me dije a mi misma. No tan pronto.

— ¿Quién dijo que me importa si estén o no? — Respondió. ¡¿QUÉ?! Erick me volteó de forma que quedamos pecho con pecho. Agarró mi cabeza con sus dos manos y me acercó más hacia él. Oh no. Quiere besarte, haz algo. Antes de que Erick pudiera besarme me solté de su agarre y me alejé de él.

— ¡¿Qué te ocurre?! ¡¿Estás loco?! —Le grité. Él sonrió. Por todos los santos del mundo se atreve a sonreírme cuando sabe que me gusta su sonrisa. Es un canalla. Le fruncí el ceño.

—Por lo que veo, en serio te gusta mi sonrisa —. Y ensanchó más su sonrisa. Maldito imbécil.

—Cállate. Ahora. Si me vuelves a tocar tiraré mis modales a la borda y te romperé la cara, ¿Queda claro? —Traté de parecer seria. Pero por algún motivo no podía. Él me hacía sentir nerviosa. ¿Cómo? Lo acabo de conocer.

—Si señora. Entonces nos volveremos a ver —.  ¿Ah? En serio, maldito imbécil.

— ¿Qué? —No se me ocurrió nada más que responderle.

—Sí. Dijiste “Si me vuelves a tocar” que es obvio que lo haré. Eso significa que nos volveremos a ver —. Es un canalla. Pensé. Puse los ojos en blanco hacia él.

—Me tengo que ir y espero no volverte a ver —. Esta vez sí pude mantenerme seria. Agarré mi bolso y busqué las llaves de mi auto. Me alejé lo más rápido que pude. Cuando llegué a la puerta del BarNone oí un grito detrás de mí.

— ¡YO SI TE QUIERO VOLVER A VER CARRIE! —Gritó Erick. Salí del BarNone y me dirigí hacia mi auto. No lo había dejado en el parqueadero y se me hizo fácil encontrarlo. Subí al auto y me puse en marcha hacia el apartamento. No bebí nada, mañana lo haré.

Me tomó media hora llegar al apartamento y cuando llegué se oía gran ruido de la habitación de Elena. Oh sí. Gemidos más que todo. Al parecer Gregory pasará la noche aquí.

Fui directamente hacia mi habitación y me quité la ropa. Busqué en el armario algo de ropa para dormir, me la puse y sin más preámbulos entré a mi cama. Empecé a analizar cómo había sido mi día. Desayuno con Elena, trabajo, almuerzo con Christopher y Gregory, trabajo, venir con Gregory a casa, salir al BarNone, conocer a Erick, su intento fallido de beso y regresar a casa. No fue un día muy emocionante, excepto por Erick. Dios. Que hombre. ¿lo volveré a ver? Ni siquiera te atrevas a pensarlo. Me regañé, pero en serio quería volver a verlo. ¿Qué carajos me había hecho este hombre?

Two worlds, one loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora