Capítulo 1.

1.2K 74 1
                                    

Rin Matsuoka.

Suspiré cansado, hay días en los que desearía no levantarme de cama para no tener que soportar ninguna de mis tareas reales, a veces creo que ser rey es demasiado trabajo para mí solo...

Revisé por quinta vez los papeles que yacían en mis manos a la espera de ser firmados, eran unos tratados sobre comercios con unas pequeñas islas al norte de mi país que, sin duda, beneficiarían las ganancias por lo que no dudé por más tiempo y los firmé.

Dejé los papeles ya firmados a mi lado izquierdo y proseguí con los que aún debían ser firmados, mientras que mi visir me ayudaba llevándose los papeles a otro lugar dejándome espacio en la mesa para seguir con mis ajetreadas labores.

Dejé de lado el trabajo durante unos segundos y le observé detenidamente, mi visir es un joven de dieciocho años de edad, con el cabello castaño oscuro y unos grandes ojos azules cielo, su nombre es Sousuke Yamazaki.

Lo conozco casi desde mi nacimiento por lo que sé que es una persona de fiar, es un año mayor que yo y desde que tengo razón de uso siempre ha sido mi visir y quien ha estado siempre a mi lado cuidando de que nada me pasara a pesar de que la diferencia de edad no es más que de un año.

–¿Sucede algo, mi rey? –preguntó al notar mi insistente mirada sobre él con una sonrisa en su rostro.

–Estoy cansado de tener que hacer siempre lo mismo... –dije  pesadamente reclinándome en la silla. –Pensé que ser rey iba a ser más divertido...

Cierto era que no llevaba mucho más que seis meses al mando de mi país pero no quería imaginarme haciendo esto todos los días de mi vida sin descanso alguno, tan solo de pensarlo ya se me hace agotador...

Fuí coronado rey antes de cumplir la mayoría de edad por la muerte prematura de mis progenitores en un fatal accidente que cobró sus vidas en cuestión de segundos dejándome a mí a cargo de todas las responsabilidades que el reinado traía consigo. 

Desde entonces mi única familia, por decirlo de alguna manera y aunque suene triste, han sido tan solo mis cuatro escuderos y mi visir Sousuke.

–Si desea podemos tomarnos un pequeño descanso –respondió sonriente mientras acababa de archivar unos cuantos papeles. –Si gusta podemos ir a los bazares más cercanos a palacio, no sería conveniente alejarnos mucho ya que sino deberíamos disponer de la guardia real y preparar una salida junto a la guardia tomaría más tiempo del necesario.

Nada más oir la palabra "descanso" sentí un enorme alivio sobre mis hombros, como si un peso fuera arrancado de ellos y, por ello, suspiré pesadamente.

–¿Se encuentra bien, mi señor? –preguntó al ver mi reacción ante sus palabras.

–No es nada... –respondí haciéndome el desinteresado. –Vayamos, pues, sin más demora.

Y así fue como ambos, tras escabullirnos de palacio, vagamos por los diferentes bazares observando si en alguno de ellos encontrabamos algo que nos gustara a alguno.

Transcurrido un rato Sousuke se compró una manzana que devoró en cuestión de poco tiempo, al parecer estaba hambriento y no le juzgo pues la hora indicaba que faltaba poco para el almuerzo.

Yo, por mi parte, aún no había comprado nada pues nada consiguió llamar realmente mi atención, o eso pensaba hasta que a lo lejos logré ver distinguir otro puesto.

Este estaba más alejado que el resto, era algo pequeño y bastante llamativo pues estaba hecho con telas de un tono de azul muy vivo que cautivó mis ojos desde el primer instante.

Sin darme cuenta caminé hacia él alejándome de mi visir completamente hipnotizado, ¿qué me pasa? Por alguna extraña razón me siento obligado a ir hacia allí.

Estaba apunto de llegar junto a esa extraña tienda cuando una mano tomó con fuerza mi muñeca sacándome de aquel trance en el que me vi sumido tan de repente, observé al dueño de la mano y mi mirada chocó con la un serio Sousuke.

–No debería alejarse de mí, puede ser peligroso... ¿Realmente se encuentra usted bien, mi señor? –preguntó mirándome preocupadamente. –Le he estado llamando y parecía ignorarme.

–Yo... Sólo... –intenté excusarme o tal vez pedirle disculpas por mi comportamiento pero no pude finalizar mi oratoria pues me había interrumpido.

–Será mejor que regresamos a palancio –respondió un tanto tajante tirando de mi muñeca.

–¡E... Espera...! –dije intentando soltarme. –¡Q... Quiero ver ese puesto!

Mi visir Sousuke sonrió divertido y soltó mi muñeca a modo de permiso soltando un suspiro, a veces soy un tanto infantil y creo que él se divierte con ese tipo de comportamiento por mi parte.

Me acerqué a aquella pequeña y tan llamativa tienda para observar la mercancía que yacía sobre esta, era un comercio de algo así como antigüedades.

Mis ojos se posaron en una pequeña lámpara dorada bastante hermosa y que se veía enormemente decorativa, por lo que decidí comprarla.

Sin embargo nadie se encontraba en el puesto, parecía abandonado, ¿qué loco deja sus mercancías solas a la vista de todo el mundo? Observé a todas las direcciones a ver si encontraba al dueño pero nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sin embargo nadie se encontraba en el puesto, parecía abandonado, ¿qué loco deja sus mercancías solas a la vista de todo el mundo? Observé a todas las direcciones a ver si encontraba al dueño pero nada.

–¿Qué busca, señor? –preguntó divertido mi amigo de la infancia.

–Al dueño de la tienda –respondí rascandome la nuca un tanto inocente.

–Aquí estoy –dijo una voz de señor mayor saliendo de debajo mostrador asustándome un poco provocando la risa de mi acompañante. –¿En qué puedo ayudarle?

Una vez ya más calmado le expliqué que quería aquella lámpara y él, alegremente, me la vendió a un precio bastante bajo.

Cuando estaba camino de nuevo a palacio, ya con la compra en mis manos, vi a lo lejos un muchacho de cabellos negros como la noche y ojos tan azules como el mar acercándose al anciano señor.

Sin saber muy bien la razón me detuve y me quedé observando a aquel joven, era increíblemente bello y mis ojos no podían escapar de él.

Me devolvió la mirada de forma inexpresiva, y cuando se dió cuenta de que le observaba se sorprendió un poco y apartó sus ojos de los mios en un rápido movimiento.

–Señor, no se pare –dijo Sousuke seriamente al ver al joven mirarme, tomando mi muñeca y tirando un poco de ella de vuelta al castillo.

Mi mente estaba confusa, no podía parar de recordar esa hermosa mirada y lo único que podía hacer era realizar una y otra vez la misma pregunta en mi cabeza.

–¿Quién era ese muchacho...?

Fruto del deseo. [Rin x Haru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora