Capítulo 12

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Leland se despidió de su esposa desde la cubierta del gran buque. Cuando perdió de vista el muelle, se dirigió a la cubierta inferior. Allí se ubicaban algunos camarotes para los marineros, la cocina y las estancias de los oficiales. Por debajo había tres cubiertas más. En la inmediata se encontraban los demás camarotes y algunos talleres para otros trabajadores, como los carpinteros. Las dos últimas se utilizaban para el almacenamiento de las mercancías y las provisiones.

Los camarotes de la segunda cubierta eran habitáculos compartidos por varios marineros. Cuando Leland llegó no encontró a nadie, pero había dos hamacas y varias bolsas en un lado de la habitación. Supuso que pertenecían a sus compañeros. Seguramente estarían trabajando en la cubierta superior en aquel momento.

Leland colgó su hamaca y dejó en el suelo el petate con sus pertenencias. Se sentó sobre la gruesa tela para comprobar que estuviera bien anclada y que quedase a la altura adecuada. Mientras se balanceaba ligeramente, notó como un objeto le golpeaba el pecho bajo la camisa.

Tiró de una sencilla cadena metálica que llevaba al cuello y sacó un medallón ovalado. Era de un color entre dorado y cobrizo y tenía en el centro la forma de un corazón en relieve. Presionó un pequeño interruptor en la parte superior, similar al de los relojes de bolsillo, y el medallón se abrió. En su interior alojaba una serie de mecanismos protegidos por una lámina de cristal y una pieza metálica. En la parte izquierda había una pieza que proyectaba diferentes imágenes holográficas en movimiento: Sarah sonriendo mientras daba vueltas con un vestido nuevo, Jim gateando cuando era bebé, Rob y Jim jugando a los piratas...

Leland observó cómo se sucedían las imágenes mientras se apartaba hacia atrás unos mechones de pelo castaño que le caían sobre el rostro. Cuando empezaron a repetirse, cerró el medallón y lo volvió a guardar bajo su camisa. Se levantó para comprobar los anclajes de la hamaca. Los nudos habían resbalado un poco por la madera desgastada, así que tuvo que deshacerlos.

- Tengo algo que quizá te ayude con eso – dijo una voz a sus espaldas.

Cuando se dio la vuelta vio a un joven desgarbado que había entrado en el camarote. Era delgado y de baja estatura. Tenía unas orejas algo puntiagudas que sobresalían entre el pelo castaño cobrizo, y unos grandes ojos del mismo tono. En contraposición, la boca y los dientes eran pequeños, a excepción de los caninos que eran de mayor tamaño que el resto. Todos aquellos rasgos en conjunto hacían que no pareciese totalmente humano. Si hubiese tenido unos incisivos prominentes Leland habría jurado que compartía camarote con una ardilla.

El muchacho estaba arrodillado en el suelo, rebuscando algo en su petate. Cuando por fin encontró lo que buscaba emitió una exclamación y sacó dos abrazaderas metálicas con unas argollas.

- Si me permites – dijo haciendo un gesto para que Leland se apartara. – Con esto seguro que queda bien sujeto. Suerte que siempre llevo un par de repuesto, aunque nunca he tenido necesidad de usarlas la verdad.

Mientras hablaba colocó una abrazadera en un poste de madera y otra en una viga justo en frente.

- Son muy resistentes. Las hice yo mismo ¿sabes? – cogió un extremo de la lona y le indicó a Leland que colocase el otro. - No es difícil, solo hay que hacerse con unas buenas piezas y soldarlas adecuadamente, aunque personalmente, y está mal que yo lo diga, me parece una solución ingeniosa. No es algo brillante, quiero decir no es el invento del siglo, pero... - se interrumpió al ver la expresión asombrada de Leland. – Oh perdona, ¿estoy hablando demasiado? La gente suele decirme que hablo demasiado.

- Bueno, hay personas que dicen todo lo que piensan y otras que se lo callan. Personalmente, prefiero lo primero – contestó sentándose en la hamaca. – Tienes razón, queda mucho más estable.

El chico esbozó una sonrisa y se volvió para sacar otro juego de abrazaderas y la tela de su tumbona.

- Por cierto, me llamo Louis – dijo sujetando los objetos con un brazo y extendiendo el otro.

- Leland – contestó estrechándole la mano. – Déjame ayudarte con eso.

- Oh gracias – el chico le tendió una de las piezas. - ¿Leland? Un nombre raro. Quiero decir... poco común. Lo siento no pretendía ofenderte, no es que sea un mal nombre ni nada parecido. Nunca lo había escuchado antes, eso es todo.

Leland miró al muchacho, con gesto divertido. La forma en la que divagaba le resultaba adorable.

- No te preocupes, estoy acostumbrado.

La expresión de Louis cambió de repente y adoptó un tono serio.

- Que estés acostumbrado no significa que esté bien. Cada cual tiene sus peculiaridades, pero no es razón para hacer que alguien se sienta mal por ello.

Aquel muchacho no dejaba de sorprenderle. Hace un momento parecía un chiquillo de la edad de Rob, pero ahora se asemejaba más a un adulto. El cambio fue tan brusco que Leland se sintió aturdido unos instantes.

- Oye, tranquilo. No me has hecho sentir mal ni me has ofendido. No tienes que disculparte.

Louis asintió pero no dijo nada, algo raro en él. Tenía una mirada amarga, como si estuviese recordando una mala experiencia. Lo habían despreciado por su aspecto en el pasado y aquello era algo que lo había marcado.

Leland sintió una punzada en el estómago al recordar lo primero que pensó al verle. Tenía una apariencia un tanto extraña, pero tras unos minutos hablando con él se había dado cuenta de que era un buen chico. Ahora incluso le agradaba su físico, era muy acorde a su personalidad.

- Y dime, ¿llevas mucho tiempo trabajando como marinero? Pareces muy joven – comentó intentando cambiar el tema de conversación, aunque no estaba seguro de que aquel comentario sobre su aspecto fuera el más adecuado.

El chico alzó la vista. Parecía haber recuperado su vivacidad.

- Sí, lo cierto es que parezco mucho más joven de lo que soy pero en realidad tengo 17 años.

- Vaya, aun así eres muy joven para ser marinero.

El sonido de una campana los interrumpió y vieron como sus compañeros empezaban a desplazarse por el corredor de la cubierta. Leland hizo un gesto con la cabeza.

- Vamos, seguiremos hablando mientras cenamos.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2017 ⏰

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