Hace miles y miles de años en un mundo llamado Zetsutei, se produjeron un choque de energías. Una guerra en la que se enfrentaban todos contra todos y que no solo abarcaba a los humanos, los árboles se levantaron en guerra, las nubes ennegrecieron de ira, el agua y el viento fluían con fuerza, el fuego se esparcía por todo, y como no, la luz y la oscuridad se alzaban por gobernar en el terreno.
Alrededor de este mundo solo se el odio se hacía notar. La energía que de este brotaba, solo provocaba destrucción. De pronto y sin saber de dónde, para controlar toda la energía de estos elementos, nacieron los Dioses.
Estos Dioses, no muy diferentes físicamente a los humanos, solo por sus mágicas habilidades y por su belleza suprema, comenzaron a trabajar juntos para librar a este mundo de la guerra. Creando la Alianza Divina. Esto era un pacto según el cual se dividían el mundo entre sus seguidores, para poder convivir en paz, y cada uno se encargaría de controlar la energía de la que fluían. Así Arisha Diosa del viento junto con Nicare, Diosa del agua se repartieron el terreno del Este, el Dios del bosque Krioito y el Dios de la tierra Traesko en el centro, el dios Risko se quedo con el Oeste, el Dios de la oscuridad Craotu se quedó con el Sur, y la diosa de la luna Lumina y el dios del sol Ramio se repartieron el terreno del Norte.
Así comenzó la paz, durante años. Estos Dioses Inmortales, para gobernar sobre sus tierras escogían un cónyuge noble, con liderazgo, que pudiera dirigir a los humanos de sus tierras.Sin embargo, la longevidad humana no era lo suficientemente larga como para un ser Inmortal, y comenzaban a añorar la muert. Pues año tras año, sus amores iban muriendo, su propia descendencia, no tan poderosa seguía los pasos de sus predecesores humanos, y la tristeza se hacia presente en sus corazones.
No fue diferente para Lumita, Diosa de la Luna, la más esperanzadora de todas. Por las noches, salía a su gran lago bañado por la luz de la plata de su propio astro, deseando encontrar un amor igual de longevo. Al mismo tiempo, Ramio, Dios del Sol, imploraba a su estrella iluminadora que le diera suficiente fuerza para encontrar el amor inmortal que tanto deseaba.
Un día dos descendientes semidioses de la Luna y el Sol, se encontraron. Hubo un cruce de energías, un vuelco que hizo temblar todo el territorio del Norte. De la tierra empezaron a brotar árboles frondosos hasta cubrir todo el territorio que separaba los territorios del Dios del Sol y la Diosa de la Luna.
En medio de ese bosque, comenzó a brotar agua, creando un lago profundo y de agua cristalina, espejo mismo del cielo. Ambos Dioses fueron al encuentro de ese bosque nacido allí del amor entre sus dos descendientes. Pero, se dieron cuenta de que ni si quiera sus descendientes podían entrar, a ese maravilloso lugar. Un precioso paisaje lleno de naturaleza, y al mirarse, un indiscutible amor, un amor inmortal y anhelado, surgió.
Durante años, estos Dioses, bautizados como los Dioses de la Luz, unificaron su Reino. En el bosque nacido y respetando su naturaleza, construyeron un castillo, humilde, no muy grande, desde donde reinar. El Castillo del bosque Luminoso y el lago de Plata. Aunque, hubo algo que no lograron conseguir a pesar de años de intento, un descendiente.
Sin saber el motivo, la Diosa Lumina no era capaz de engendrar hijos del Dios Ramio, así que, tenían que seguir teniendo descendencia semihumana para renovar sus energías. Algo que hacia desdichada a la pareja, pero que no podían dejar de hacer.
La Diosa Lumita, una noche, bajó hasta el lago de plata. Estaba nublado y la Luna no se veía bien. De las nubes comenzó a caer agua, y Lumita decidió meterse en su lago. A pesar de la tormenta, el agua acariciaba su piel de forma cálida, dulce. Hasta que empezó a brillar.
A los pocos días, se produjo el milagro, Lumita y Ramio por fin habían conseguido tener descendencia pura, mellizos, Inmortales, Dioses como ellos.
En todo el Reino de la Luz hubo fiesta. Todos los paisanos celebraban el nacimiento de los dos Dioses descendientes de la Luz.
Esta fiesta, no fue compartida por todo el mundo de Zetsuei. Craotu, convocó a los demás Dioses en el centro, lugar de la firma de la Alianza Divina, no podía concebir que Lumina, de la cual se había enamorado nada más verla por primera vez, se hubiese enamorado de otro, y menos tener descendencia.
Aprovechándose de la aberración cometida al traer nuevos Dioses inmortales al mundo, convocó una nueva guerra, rompiendo la Alianza Divina. En esta guerra, todos se volvieron contra todos otra vez, y esto, acarreó la destrucción de los Inmortales, quienes pasaron a un reino no terrenal, intentando Gobernar sobre las nubes, sin mucho éxito. Así, poco a poco, solo fueron quedando algunos de los descendientes semidioses.
Durante muchos años siguientes hubo guerras entre humanos, que se repartían los territorios. Finalmente, solo quedó, al norte dos reinos que no consiguieron unificarse. En el sur una tierra oscura. Una jerarquía muy marcada, en la que solo unos pocos gobernaban, los demás solo servidumbre y trabajadores.
Era entonces, cuando los Dioses desde su Reino en las nubes, solo podían esperar y contemplar el nacimiento de un nuevo milenio de paz. Pero al ver la amenaza que se cernía, enviaron un mensaje a sus súbditos, naciendo de esta forma, la profecía del renacimiento de los dioses con la nueva creación del Bosque Luminoso y el Lago de Plata.
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Reino de Nubes.
FantasyLa historia de una lucha entre el amor, la esperanza y la desesperación. Liro, desde tan joven y con un destino quizás demasiado pesado para sus hombros, se ve envuelto en una lucha ancestral por el futuro de su planeta, en la que anteriormente, las...