d i e c i n u e v e

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- ¡Gastón! ¿Puedes cooperar? Pesas como mil toneladas – Suelto, pero lo único que hace es reírse. Hace 15 minutos estoy tratando de subir las escaleras de mi hotel para llegar finalmente a mi habitación, pero fue mucho más difícil de lo que imagine, primero el hombre de la recepción no paraba de mirarme despectivamente mientras llevaba a un chico totalmente ebrio sobre mis hombros y Gastón por otro lado no me está ayudando mucho, se tropieza constantemente con los escalones y el paso del tiempo no mejora la situación, al contrario la empeora, es como si cada segundo que pasara este chico está más inconsciente, más somnífero y más pesado.

Finalmente llegamos al quinto piso, habitación 346 ¡Si! Con dificultad introduzco la llave en la puerta y entro a la pequeña habitación y prácticamente lanzo el chico que lleva su pesado brazo sobre mis hombros al pequeño sofá que se encuentra al costado de la cama.

- ¡Wow, la pequeña Simonetti se volvió muy fuerte! Cielo... las chicas fuertes me gustan, pero... cuando la cabeza me va a estallar prefiero que me traten con suavidad, eh – Dice entre palabras que salen enredadas de su lengua

- ¡Hey, A mi también me duele la cabeza y fui yo la que tuve que lidiar contigo ''Chico gigante'' por todas las escaleras! – Respondo y el suelta una risita

- Matteo dice... - Comienza a reírse – Matteo dice que yo a ti te encanto - Suelta de repente y casi escupo un pulmón

- ¡¿Matteo qué!? – Pregunto algo que en realidad ya oí - Pues no tengo idea porque dice eso, está loco, es ridículo lo que dice, no se de que habla – Digo más rápido de lo que quisiera haciendo más evidente mi obvio nerviosismo, y el solamente se rie

- ¿Ridículo? ¿Por qué? ¡No soy tan feo! – Exclama

- No, no, no, no dije eso, no eres feo, al contrario, eres muy... - Paro de repente dándome cuenta de lo que estoy a punto de decir – Bueno, eso no importa, el punto es que no me gustas y mucho menos me encantas porque tu y yo somos amigos ¿Cómo crees? – Trato de que la risa que suelto después no salga tan fingida

- Oye, oye ¡Los amigos también se enamoran! Hay miles de películas sobre eso... Si te contara la razón por la que Matteo dice eso te reirías

- ¿Qué razón? – Pregunto rápidamente aprovechando que el menciona esto

- Veras... - Se detiene pensando si es buena idea contármelo – Te voy a contar con una condición.

- ¿Qué condición? – Pregunto

- Que te sientes aquí conmigo y que me acaricies el cabello

- ¿Qué te acaricie el cabello? Para que quieres que haga eso – Bufo

- Porque me duele mucho la cabeza ¿Por favor?

- Vale, pero quiero todo los detalles – Le digo seria y el asiente sonriente. Me siento a su lado, extiendo mis brazos para hacerle saber que puede recostar su cabeza en mis piernas justo como lo hizo en el taxi, y el lo hace contento. Es muy dulce, no puedo evitar pensarlo, porque todo acerca de el es como un huracán, a veces tan dulce y otras tan espontaneo y libre. Enredo mis dedos en su cabello y el comienza a hablar

- ¿Prometes que no te vas a burlar de mi el resto de tu vida?

- Lo prometo, de todas maneras, dudo que mañana recordemos esto

—Se que es estúpido, pero creo que me gustabas cuando íbamos al Blake. – Dice y yo me quedo en estado de shock, esperen ¿Qué? El amor de mi vida acaba de hacerme la confesión más grande de mi existencia, de repente recuerdo lo ebrio que esta y me pregunto si lo que sale de su boca es real, aunque se supone que los borrachos siempre dicen la verdad ¿No?

— Estas ebrio, no sabes lo que dices. – Respondo decepcionada

— No, en serio, me encantaba hablar contigo Nina, siento que teníamos mucho en común, aunque fuéramos de mundos muy distintos, sentía que... Tu de verdad querías conocerme a mi, a Gastón, no a uno de los chicos populares del colegio ¿Sabes? Ya sé que es un estupidez porque tu me odiabas - Afirma, pero los fuertes latidos de mi corazón no dejan que escuche con claridad a mi cerebro

—¿Yo odiarte? ¿Por qué dices eso? – Pregunto con mis dedos dando vueltas nerviosas en su cabello.

— Porque cada vez que me acercaba a ti, te alejabas. Siempre tenías una excusa para estar lejos de mi. Igual, no te culpo, se que no soy tu ''Estilo'' – Dice haciendo comillas con sus dedos.

— ¿Y cuál es mi estilo? – Inquiero riendo

— No se ¿Nerd?

— ¡Hey! – Reclamo risueña y cuando menos lo espero el chico está profundamente dormido, así que dejo su cabeza suavemente sobre una almohada, luego voy hacia mi cama me acuesto y no recuerdo nada más...

...

Hay un cosquilleo en mis pies que me despierta. Abro mis ojos de golpe y de inmediato siento como las pulsaciones en mi cabeza se intensifican, ¡Siento que todos los hemisferios de mi cerebro van a explotar! Sin embargo, aun siento este cosquilleo en mis pies, deslizo mi mirada hacia ellos encontrando el peso de unas piernas sobre mis muslos ¿Que rayos? Bajo más la mirada y ahí está Gastón aferrado a mis piernas como si fueran un oso de peluche y el cosquilleo que sentía era su respiración en la planta de mis pies.

¿Cómo terminamos aquí, en mi apartamento, en esta posición tan extraña? El está a mi inversa, tiene su cabeza en donde deberían ir los pies y esta es la situación más incómoda y rara del mundo. ¿Qué pasó anoche?

¿Ahora que se supone que hago? ¿Lo lanzo lejos de mi? ¿Me voy corriendo antes de que lleguen las preguntas? No se que hacer, esto no te lo enseñan en la escuela. Me siento en un movimiento brusco golpeándome la cabeza con el ventanal que se ha quedado abierto toda la noche, ''¡Cielos!'' Exclamo al golpearme y Gastón se despierta asustado

— ¿Qué... rayos? — Dice confundido inspeccionando todo lo que hay a su alrededor y cuando se da cuenta abre exaltado sus ojos — No,no, no, no, no... — Comienza a repetir y repetir mientras da vueltas por toda la habitación

— ¡Deja de moverte por favor! — Ordeno con la mano en mi frente tratando de minimizar el dolor

— No, Nina, no. Dime por favor que tu y yo...

— ¿Tu y yo qué? — Pregunto sin tener una pista de lo que habla

— Ya sabes tu y ... yo — Dice señalándome a mi y luego a él repetidas veces, pero yo sigo sin entender — Ya sabes Nina... Tu y yo no hicimos nada, ¿Verdad?

— ¡Por Dios, Gastón no! ¡Estás loco! — Respondo muy rápido al darme cuenta de lo que insinuaba

— ¿Cómo lo sabes? ¿Recuerdas todo? Porque yo no recuerdo nada desde que comenzamos a jugar ese juego en tu fiesta — Dice, lo peor es que yo si recuerdo todo y recuerdo el beso, cada detalle, como se sintió. No puedo creer que él no lo haga

— No, yo... tampoco recuerdo mucho; pero eso no paso ¿Okay? — Miento, porque se que sería tonto decirle que me beso cuando el estaba totalmente inconsciente y ahora se me está rompiendo el corazón

— ¿Entonces como terminamos ahí? — Pregunta señalando mi cama

— ¿Cómo voy a saberlo? Seguramente te sentías incomodo en el sofá e inconscientemente te metiste en MI cama. Los seres humanos hacen eso, se llama supervivencia — Respondo lo primero que se me viene a la cabeza y Gastón sigue con su cara de confusión

— ¿Qué hora es? — Pregunta

— Hora de que te vayas. — Afirmo mientras a empujones lo saco de mi apartamento y cierro la puerta prácticamente en su cara. Me recuesto en la puerta y me deslizo hasta quedar sentada en el piso ¿Algún día aprenderé a no ilusionarme con este chico? El jamás va a dejar de ver a través de mi, nunca se da cuenta d elo que siento y... Me duele

El hilo rojo. ↠ Gastina ↞  {Soy luna}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora