3.3 LOVE

1.1K 195 13
                                    

—Por favor, JongDae: Quita tu mano de mi culo.

—Imposible petición, inténtalo otra vez.

MinSeok gimió en frustración mientras se removía incómodamente acalorado, gracias a los traviesos dedos del pelinegro acariciando su entrada. Estaban en la última clase de un viernes, el verano se hacía notar excesivo a través de los fuertes rayos solares.

Durante esos últimos días, JongDae había estado muy... caliente, incluso en los momentos menos apropiados. Su novio lo asumía a que era por la cortísima abstinencia —literalmente, habían pasado solamente dos semanas sin tener sexo— en que habían estado por los exámenes, y no veía la hora en que tocaran el bendito timbre de finalización para ir algún lugar a acabar con eso.

—Channie, ¿recuerdas cuando JongDae nos regañaba por ser cariñosos? —comentó en tono silencioso el de cabello platinado.

—Oh claro que sí, e incluso decía que él jamás iba a ser de esas parejas pegajosas —respondió de igual manera su pareja, sonriendo al ver la expresión de hastío que comenzaba a formarse en el rostro de JongDae.

—Me acuerdo bien...

El de cabello castaño bufó por lo bajo, sacando su mano de los calzoncillos de su novio casi como si los hubieran interrumpido en pleno acto. MinSeok agradeció por lo bajo a los chicos, y agarró su cuaderno para abanicarse con él.

—Malditos engendros.

—No le digas así a tus amigos, Dae.

—Pero Minnie...

El nombrado lo miró por sobre sus gafas con aquella mirada que le decía claramente que no discutiera más. JongDae hizo un puchero ante eso, y se puso a escribir lo que el profesor había escrito mágicamente en la pizarra.

—Detesto la escuela.



Para el final de las clases, los alumnos salieron como vacas locas del edificio estudiantil, casi como si estuvieran escapando de ser asesinadas. Todos pensaban en llegar a sus casas, lanzar sus cuadernos y disfrutar de una buena ducha helada para sacarse el sudor de encima. En serio, ¿había alguien en la tierra que le gustara el calor y la escuela juntos?

—¡Por fin! ¡Bendita libertad! —exclamó ChanYeol, arrodillándose en la entrada del lugar.

—Es solo un fin de semana, ChanYeol... —le recordó de malagana JunMyeon, quien no podía evitar pensar en el lunes que se aproximaba.

—Lo sé, pero no hay exámenes ni trabajos —miró a BaekHyun con una mueca traviesa— ni padres en la casa de Baek.

—Bien. Ese es mi llamado para retirarme.

JunMyeon se fue corriendo de ahí en cuanto terminó la frase. ChanYeol se rió, levantándose del piso y agarrando la mano de su novio con una sonrisa de bobo.

—¿Vamos, mi amor?

BaekHyun batió sus pestañas en dirección al más alto.

—¿A comprar ropa linda?

—Lo que quieras, bebé.

El de cabello rubio chilló de felicidad antes de tirar de su novio contándole la hermosa chaqueta que estaba aquella tienda que tanto le gustaba.

Minutos después, tomados de la mano salieron JongDae y MinSeok, con sus mochilas en la espalda y sus lentes colgados en sus camisetas. Ambos tenían claro lo que harían durante aquel corto y efímero fin de semana, y solo había una pregunta que JongDae no se tardó en hacer.

—¿Tu casa o la mía?

MinSeok le sonrió de forma coqueta, acomodándose el cabello rosa con lentitud. JongDae lo observó casi con la baba resbalándose por su mentón.

Estaba enamorado, lo sabía. Estaba completamente perdido por aquel chico de aspecto sensual y carácter competitivo que, incluso todavía, seguía saliendo a luz en ciertas ocasiones infantiles.

—La mía.

El castaño rió, sus ojos cerrándose con alegría.

—Te adoro, ¿lo sabes no? —le dijo con sinceridad, tomando ambas manos de color algodón.

—Sí, lo sé. —MinSeok se acercó a su novio, rozando sus narices en un tierno beso esquimal—. Yo te adoro más.

JongDae miró hacia abajo y negó con la cabeza aún con una sonrisa bien puesta en los labios.

—No, yo más.

—Nop. Estoy seguro de que yo más —retractó con una risilla nerviosa.

—Pues estás equivocado, porque yo te adoro más.

MinSeok frunció ligeramente el entrecejo, sintiéndose completamente desafiado.

—Yo te adoro de aquí hasta Estados Unidos.

—¿Ah sí? Pues yo te adoro de aquí hasta la luna.

—Pues yo te amo de aquí a Urano.

—¡Yo de aquí a Andrómeda!

—¡Y yo de aquí hasta el infinito!

—¡Pues...



Bueno, algunas cosas nunca cambian ¿verdad? 

Challenge me; ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora