Capítulo 2.

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Cabello castaño, piel pálida, un cuerpo delgado, y aquella mirada verde, una mirada que parecía enojada pero al mismo tiempo estaba tan llena de lujuria, incluso le creyó haber visto una pequeña sonrisa pero aquel gesto dudaba si fue real o sólo algo que él quiso ver, y, un par de labios carnosos sobre los suyos que se movían tan expertamente y él ni siquiera pudo corresponder aquel beso sino que parecía haber estado dando su primer beso, aquel en el que sólo había presionado sus labios sobre un chico de instituto con quien había estado saliendo después de que le confesara de que le gustaba, sin embargo sabía que aquello no era un recuerdo de su adolescencia, él lo había relacionado más con un sueño húmedo, y tampoco sería la primera vez que tuviera uno, aunque sí debía asumir que en ésta ocasión su cuerpo no se sentía igual que en el pasado, cuando incluso había llegado a tocarse entre sueños buscando placer,, pero la respuesta fue inmediata en su subconsciente cuando recordó que después de terminar el almuerzo en la casa de su madre, salió con su amigo a club porque creía que merecía algo de diversión.

Poco a poco dejó de sentirse en un sueño y el cansancio de su cuerpo se hizo mayor, así como también el peso que podía sentir sobre él, el cual en un principio había pensado que era Algodón, su gato, pero era un cuerpo demasiado grande para ser el de su gato, porque cuando su mascota se colocaba sobre él sólo podía sentirlo en su pecho y parte de su abdomen, además de que su gato tenía suave pelaje blanco y sus patas no llegaban nunca a estar entre sus piernas, y él tampoco podía estar dentro de...

Sus ojos se abrieron de inmediato dejándose cegar por la luz del sol y tuvo que volver a cerrarlos en el instante para abrirlos más lento intentando acostumbrarse a luz del sol que filtraba por su ventana ya que las cortinas no estaban corridas. Cuando al fin se acostumbró a la luz lo primero que pudo ver fueron unos cabellos castaños claros que con el sol llegaban a verse casi dorados; se movió con temor intentando identificar lo que estaba pasando, porque estaba casi seguro de que la persona que yacía dormido sobre él era un desconocido, aunque él no acostumbraba a llevar a personas que acababa de conocer, pero ciertamente no recordaba ni la mitad de lo que había sucedido la noche anterior, ni siquiera podía recordar cómo llegó a su cama, porque estaba seguro de que esa era su habitación.

Intentó apartar con cuidado al hombre que yacía sobre él, sin embargo con el primer movimiento que hizo pudo escucharlo gemir, y no era que él no estuviera sintiendo nada, pero estaba preparado para eso aunque no lo estuvo cuando vio al chico abrir los ojos y mirarlo intensamente con aquellos ojos verdes igual a los de su sueño, aunque ahora podía asumir que no fue un sueño, que había sido real y que por su estado etílico todo pareció un sueño, desconcertándose cuando lo vio sonreír.

—Hola —lo escuchó saludar con un tono algo alegre a pesar de que acabara de despertar.

Lo vio hacer un mohín con los labios, sonriendo levemente antes de que presionara los labios contra los suyos una y otra vez, viendo su sonrisa hacerse más grande, como si no le preocupara en absoluto que una parte de su cuerpo estuviera una con él, porque a diferencia del hombre que parecía tan cómodo, Min Ho no lo estaba, no cuando su cuerpo empezaba a reaccionar de una manera que él no quería cuando ni siquiera sabía quién era el extraño que lo besaba como si el despertar de esa manera fuera algo de todos los días.

—Detente —dijo Min Ho con voz firme.

Colocó sus manos en los hombros del joven, teniendo aquella mirada verde mirándolo intensamente, sin embargo aquello fue segundos antes de que el hombre se sentara sobre su pelvis escuchándolo gemir se sintió adentrarse más él, jadeando aunque no quisiera porque no podía ignorar lo que su cuerpo estaba sintiendo, ni siquiera sabía cómo había terminado en esa situación, o la razón de que no se hubiese alejado del hombre cuando lo vio despierto, quizás por la sorpresa o la confusión de todo, pero en ese momento ya ni siquiera sentía que pudiera tener pensamientos cuerdos cuando el desconocido estaba moviéndose en forma circular sobre su pelvis y su cuerpo estaba reaccionando ignorando a lo que su cerebro le decía sobre que debía detener todo.

Mío, mi humano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora