XXIII

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Con solo unos boxers y una camisa que le cubría hasta los muslos, Lee Taemin se encontraba recostado sobre su cama, esperando a que SU Minho respondiera sus mensajes, porque lo extrañaba y esperaba que ya fuera domingo para poder estar a su lado de nuevo.

Es por eso que cuando el mayor le dijo que estaba fuera de su casa, sintió su corazón latir más rápido, se fue corriendo como niño desde su habitación hasta llegar a la puerta de entrada y todo en menos de un minuto.

Al abrir la puerta, Minho no tuvo ni tiempo de saludarlo porque de pronto Taemin le saltó encima, rodeando su cintura con sus piernas y empezó a llenar su rostro de besos.

—Daddy, daddy, daddy, daddy. —Decía el menor entre beso y beso, disfrutando de su fragancia, tan varonil, tan deliciosa.

—¿Me extrañaste? —Cuestionó el alto, rodeando inmediatamente el cuerpo del menor para que no se cayera y sonrió porque le encantaban sus besos.

Taemin asintió varias veces, ya dejando de besar el rostro adverso, notando como el mayor empezaba a caminar hasta llegar a un sofá y sentarse con el delgado cuerpo encima.

—Daddy, dime que me quieres.

—Te quiero, bebito. —Susurró el moreno, estrechando un poco más el cuerpo adverso contra el propio y se acercó a besar los rosados labios del menor de manera lenta, pero apasionada.

El más joven de los dos correspondió gustoso, pasando sus brazos por detrás de la nunca del otro.

Porque ahora sí podían ser uno, ahora estaban completamente seguros de los sentimientos del otro y no sé sentía como una aventura más, ahora podrían decir que era amor de verdad.
Amor a primera vista.

No pasó mucho tiempo para que aquel beso se transformara en uno más necesitado, en uno que demostraba lo mucho que habían extrañado tocarse.

—¿Por qué no bailas para mí, bebé? —Cuestionó Minho en un susurro luego de soltar el cuerpo adverso para darle toda la libertad de poder moverse.

Taemin inmediatamente obedeció y sentado a horcajadas sobre el alto, empezó a mover sus caderas de manera sensual de un lado al otro, notando la manera atenta de Minho sobre su cuerpo. Luego, lentamente se puso de pie y, moviendo las caderas, caminó hacia donde estaba su mini estéreo, lo encendió y de fondo se empezó a escuchar "Gorilla" de Bruno Mars.

—¿Lo tenías planeado? —Cuestionó Minho en un tono un tanto divertido y Taemin negó con la cabeza, mostrándole una sonrisa coqueta.

You got your legs up in the sky
With the devil in your eyes
Let me hear you say you want it all.

El menor se puso de rodillas y empezó a gatear, mirando al mayor a los ojos, como si fuera un felino observando a lo lejos a su presa.

Minho sonrió ladino, disfrutado de la perfecta vista que tenía en frente y con su dedo índice le indicó que se acercara, a lo cual Taemin no tardó en obedecer.
Gateó hasta donde se encontraba su mayor y, sentado en el suelo, recostó su cabeza sobre el muslo adverso.

—Daddy... —Ronroneó Taemin al sentir la grande y cálida mano adversa posarse sobre su cabeza y empezar a acariciarle.

—Eres como un gatito. —Musitó Minho, enredando sus dedos entre las delgadas hebras de cabello gris.

—Meow. —Soltó de repente Taemin, provocando que el cuerpo del mayor se estremeciera. Por eso no se pudo contener más y lo jaló del brazo, hasta hacerlo recostarse boca abajo sobre sus piernas.

El menor no hizo más que dejarse y soltó un pequeño jadeo al sentir que de pronto la gran mano del alto alzaba su camiseta para dejar a la vista sus nalgas y luego bajaba sus boxers lo suficiente para dejar a la vista aquella exquisita porción de piel.

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