XXXVII

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Con su corazón a punto de salirse de su pecho, Taemin dejó de esconderse, sintiendo cómo inmediatamente ambas miradas se posaban sobre él y se quedó en completo silencio aún sin poder pronunciar palabra alguna.

—Taemin, ya nos vamos. —Musitó Minho, acercándose hacia el menor y lo tomó de la mano para luego llevárselo de ahí, dejando a Taehyung atrás.

Y Taemin simplemente se dejó llevar, sintiendo cómo si estuviera flotando en una nube que lo dirigía hacia un lugar mejor donde solamente existían ellos dos.

Antes de salir de aquel hermoso salón, Minho se despidió de su mejor amigo y lo felicitó por décima vez, diciéndole también que había surgido algo importante y tendrían que irse ya, sin embargo, Jinki sabía perfectamente qué era lo que planeaba el alto por lo que simplemente sonrió y le dio un fuerte abrazo.

El resto del viaje fue en completo silencio, pero no un silencio incómodo, sino uno tranquilizante y lo fue aún más cuando el menor apoyó su cabeza sobre el hombro del alto mientras éste manejaba a quién sabe dónde.

—Amor, ya llegamos, despierta. —Musitó, Minho, moviendo con levedad al menor, que se había quedado dormido y besó su cabeza.

Taemin algo adormilado observó cómo Minho se bajaba del auto rápidamente para luego ir a abrir su puerta y lo ayudaba a salir, acto que lo dejó totalmente enternecido. Pero no fue sino hasta ese momento cuando se percató de lo hermoso que era el lugar en el que estaban.

Frente a ellos había una cabaña pequeña adornada con luces amarillas al igual que los árboles que estaban a su alrededor, todo se veía tan brillante y bonito que tuvo que Taemin tuvo que tallarse los ojos para confirmar que aquello no se trataba de un sueño.

—¿Te gusta? —Cuestionó Minho, quien en todo momento mantuvo su mirada fija en el rostro adverso, quien no hacía más que observar todo a su alrededor aún sorprendido.— Aquí suelo venir cuando quiero escapar de todo.

—Minho, es muy bonito, ¿Por qué estamos aquí?

—Porque nadie más conoce éste lugar. Soltó tú y yo. —Musitó, tomando el mayor, tomando la mano adversa para luego guiarlo dentro la cabaña.—Quiero pedirte algo.

Taemin, quien aún se encontraba perdido en sus pensamientos por lo bonita que estaba siendo aquella noche, fijó su mirada en los grandes orbe adversos, mostrándole una amplia sonrisa.

¿Acaso la noche podría ser mejor?

—Quiero que vivamos juntos a partir de ahora.

Sí, podía ser mejor.

—Minho, ¿Estás hablando en serio? —Cuestionó el menor, un tanto sorprendido, sintiendo si corazón volver a latir con fuerza.

—Tal vez sea demasiado pronto, pero quiero correr el riesgo. —Musitó Minho, rodeando el delgado cuerpo con sus brazos y se apegó a él.— Pero entenderé si no quieres.

—¡Claro que quiero! —Soltó Taemin rápidamente, lanzándose a rodear a su mayor pasando los brazos por detrás de su nuca y se puso de puntitas para poder alcanzar sus labios.— Minho... Te amo.

Y solo eso bastó para que sus labios se unieran en un apasionado beso.

Ambos corazones latían con alegría, ambos corazones bailaban enamorados.

Sin despegarse de los labios adversos, Minho empezó a dar pequeños pasos hasta chocar contra una de las paredes de madera y sus grandes manos comenzaron a desvestir al otro.
Al deshacerse de su saco, pudo percatarse de la peculiar camisa que llevaba el menor y le hubiera gustado admirarlo aún más, pero sus ganas de verlo sin ropa eran mayores por lo que aquella prenda no duró mucho sobre su cuerpo.
Al tener su torso desnudo, sus labios corrieron a besar la pálida piel. Sus belfos lo recorrieron desde el cuello hasta el principio de su ombligo, obteniendo como respuesta suaves gemidos del menor.

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