Bueno, realmente las cosas podían ser peores. Eso quería creer mientras se secaba el sudor con su antebrazo y quitaba la mano del inodoro. La había perdido pero no había nada de malo ¿cierto? Pues lo accidentes siempre sucedían. Suspiró, se sacó los guantes de látex y los tiró al tacho de basura que había en un costado. La tranquilidad que tenía era enfermiza incluso para él, pero sabía que si perdía el control se vería envuelto en la más pura desesperación.
Y nada se le hacía más fácil que perder la tranquilidad.
—Chuchú siempre tiene la solución. Llamaré a Chuchú —sacó su celular del bolsillo trasero de su pantalón y marcó el número del supuesto Chuchú —. Hola, soy Nick —miró hacia el pasillo que daba a la habitación de su hija —. Lorena se fue por el inodoro.
~*~
Todo comenzó una tarde de noviembre. Ese fin de semana le había tocado estar con Sara, su pequeña hija de seis años con la cual siempre intentaba disfrutar todo lo que aquella «custodia compartida» le permitía. A veces, realmente era insuficiente. Sin embargo, ambos habían logrado llevar esa relación de padre-hija de la mejor manera.
Mucho mejor que con su ex esposa. Pero eso era otra historia.
Lo cierto es que esa tarde habían decidido ir de compras, visitar los juegos y comer algo en el centro comercial. El único sitio cerca de su casa con el cual, no necesariamente, necesitaban el auto para moverse. Sara era muy modesta y cualquier cosa que por su cabeza cruzara le era interesante de vivir; aunque ese día se excedió un poquito. Sólo un poquito.Al quedar frente a la tienda de mascotas le había parecido divertido comprar un pez. Conejos, hámster, perros y gatos todo el mundo los tenía, ¿pero un pez? No muchos. Así que le compró un pez dorado al que bautizaron Lorenzo. Que más tarde descubrieron por Chuchú que se trataba de Lorena.
¿Cómo iban a saberlo?
—El tío Chuchú está muy seguro de que realmente es niña. ¿Está loco? —ella lo había mirado con extrañeza mientras abrazaba la pequeña pecera con sus bracitos.Y era entendible, su hermano menor era un demente ermitaño loco por los animales. Podría saber cualquier cosa sobre ellos, exceptos de los humanos. Esas cosas no se le daban bien y no parecía importarle.
—Tu tío necesita una novia.
—¡Los estoy oyendo! —ambos soltaron una par de risas mientras esperaban que éste reapareciera de detrás de las cortinas que daba a la cocina —. Ahora, querido y estúpido Nick, tu mayor problema no será Lorena ni Sara. Ya sabes a qué me refiero, ¿no? —dijo éste cargando con una charola de plata con un par de vasos con limonada y galletas de chocolate.
—Mamá la aceptará —interrumpió la pequeña que miraba maravillada a Lorena —. No es alérgica a los peces.
—Ya escuchaste a la enana —Chuchú se encogió de hombros y se sentó frente a ellos —Además, ¿qué podría salir mal? Sólo es un pez.
—Igual que su cara, sin ofender —murmuró levantando sus manos en son de inocencia.
Al regresar a casa se encontró pensando en lo que su hermano había dicho. Y se esfumó en cuanto se encontró de lleno con el que sin duda después de analizarlo, era el rostro de pez de su ex.
—¿Qué haces aquí? —ésta arrugó su nariz notablemente operada y se acercó a él —. El fin de semana aún no termina.
—Lo que es una suerte para ti. Sólo le traje esto a Sara —la pequeña observó la mano de su madre que sostenía con cierto desagrado su oso de peluche.
—Pero ya no lo quiero, papá me presentó a Lorena.
—¿Lorena? —Nick rodó los ojos con molestia y le quitó el muñeco.
—No es lo que crees —aseguró con monotonía.Sara levantó la pecera finalmente y apuntó hacia Lorena.
—Es un pez, mami. Es bonito, ¿no crees? Se parece a ti.Beatriz miró con desagrado a su ex esposo y este simplemente se encogió de hombros. Era una niña, no era su culpa. ¿No decían los expertos que los ebrios, los ancianos y los niños decían la verdad todo el tiempo? Era ciencia. Claramente no se lo dijo, simplemente tomó a su hija en brazos, el asqueroso oso de felpa y se encaminaron hacia el ascensor. Beatriz no necesitaba que ambos le dijeran dónde estaba la salida.
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[Historia Corta]Lorena se fue por el inodoro
Short StoryBueno, realmente las cosas podían ser peores. Eso quería creer mientras se secaba el sudor con su antebrazo y quitaba la mano del inodoro. La había perdido pero no había nada de malo, ¿cierto? Pues lo accidentes siempre sucedían. [Proyecto publicado...