Parte 1

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Usualmente evito escribir sobre los casos que mi buen amigo Sherlock resuelve en mi ausencia, pero el ingenio tanto del gran detective como del escurridizo criminal debería ser reconocido, no siempre tratamos con casos tan enredados y conmovedores, resultándome imposible resistir la tentación de escribirlo. Las partes que yo no presencié por razones de fuerza mayor, logré reconstruirlas en base a la memoria de Holmes, grabaciones e interrogatorios.

Comenzó en un día como cualquier otro, desperté al sonido del violín tocando el tema que mi amigo había compuesto para Irene Adler. La música a esas horas del día se había vuelto parte de la rutina diaria en Baker Street. Entré a la cocina, justo en la mesa había seis pares de ojos, preferí no averiguar si el resto de las cabezas seguían en el lugar.

-Sherlock-Llamé a mi compañero de piso en cuanto terminó de tocar-¿Qué hacen esos ojos en la mesa? ¡Yo como en esa mesa!, Más te vale limpiarla y pronto.

-Era un experimento-Respondió el detective, sentándose con su traje y abrigo en su lugar usual-La limpieza tendrá que esperar, tenemos un cliente.

-¿Un cliente?

Justo en ese instante sonó la puerta. Abrí, entró una mujer joven, de unos 30 años de edad, tenía lágrimas en los ojos y maquillaje corrido por todo su rostro. Se aferraba a su abrigo como si su vida o cordura dependiera de ello, tal vez ambas. Si la desesperación tuviera un rostro, seria ése.

-Buenos días-Sollozó, una vez estuvo sentada-Yo... necesito su ayuda, señor Holmes. Leí su blog y...

-En realidad es su blog-Intervino Sherlock, señalándome a mi.-Escribe sobre lo único interesante en su vida que resulto ser yo.

-Soy Mabel Parks y la policía está investigando la muerte de mi esposo, pero...-Se detuvo para mirar sus manos entrelazadas sobre su regazo-Ellos creen que fue un suicidio...

-Incluso los incompetentes de la policía saben distinguir un suicidio-Volvió a interrumpir mi compañero, sonaba un poco enfadado y aburrido. No una buena combinación en Sherlock Holmes.

-Por favor, continúe-Dije al ver una tristeza en su rostro capaz de conmover a cualquier humano normal.- ¿Por qué no cree que se trate de un suicidio?

-Conozco a mi esposo y no tiene sentido. Además lleva un tiempo que se comportaba paranoico al llegar a casa, como si temiera que alguien lo siguiera. No quiso compartir esas preocupaciones conmigo...

-Los hechos recientes indican que usted no lo conocía tan bien como cree, suicidio-aburrido-váyase.

Dicho eso Sherlock se retiró a la cocina a hacer Dios sabe qué con los ojos y el microondas, en momentos como ése la ignorancia era una bendición. Entonces, mi principal preocupación no eran los experimentos de mi compañero, más bien su falta de tacto.

-Maddie...

-Es Mabel

-Mabel, lamento su perdida. Si necesita hablar con alguien, llámeme.

Le di una tarjeta con mi número antes de acompañarla a la puerta. Creí que eso sería lo último que escucharíamos del caso, pasaron dos días sin noticias cuando en la tarde llegó el detective Lestrade casi tropezándose en su apresurada carrera por las escaleras.

-Ah, Lestrade. Espero que traigas algo interesante-Murmuró Sherlock, rostro pegado a un microscopio que había aparecido esa mañana en la cocina-Por tu forma de llegar deduzco que los policías están perdidos y lo suficientemente desesperados para pedir mi ayuda.

Oportuna como siempre llegó la señora Hudson con una charola con te para los tres y galletas. Recordándonos una vez más que no era nuestra ama de llaves.

-Bien, te escuchamos-Dijo Sherlock, la taza de té en medio de sus manos.

-En un inicio pensamos que era un suicidio, la esposa del señor Park insistió en que no lo era así que el forense examinó la escena. El caso es de las afueras de Londres, pero es familiar de Anderson y trajimos el cuerpo a Barts.

-Ve al grano, Lestrade

-No era un suicidio. Las heridas en sus muñecas se hicieron después de la muerte.

-Al fin, algo digno de investigar un poco. Agarra tu abrigo, Watson. Iremos a la morgue.

-¿Disculpa?, creí que ese caso no te interesaba.

-¿Cómo podría resistirme a un asesinato disfrazado de suicidio?-Respondió mientras se ponía su bufanda y abrigo.-El juego comienza...

Seguí lo mejor que pude a mi alto amigo, llegando justo a tiempo para subir al taxi. El camino a Barts fue pasado en silencio, casi podía ver cómo se formaban teorías en la mente de mi compañero. Para mí era un verdadero misterio. Nunca podría pensar de la misma manera que él, pero si mi silenciosa compañía le ayudaba a realizar sus deducciones, yo estaba dispuesto a seguirlo por las escenas del crimen.

Bajamos del taxi, me rezagué para pagar, algo que siempre me tocaba hacer, junto con las compras y asegurarme de que el detective comiera y durmiera de vez en cuando.

La morgue estaba vacía a excepción de Molly Hopper, quien se sonrojó apenas nos vio y se escabulló murmurando algo sobre conseguir café. Sherlock la ignoró y se dirigió a la víctima, un hombre de estatura considerable, quizás 1.85. Cabello negro que comenzaba a mostrar canas y una expresión de absoluta serenidad en su rostro. Ambas muñecas estaban marcadas con cortes idénticos y profundos.

-Este hombre estaba bajo mucha presión-Señalé, parecía como si hubiera envejecido antes de tiempo-Y esos cortes...

-No hay forma de que un hombre se haga cortes idénticos en ambas muñecas. Es diestro así que el corte en esa mano debería ser menos preciso-Murmuró Sherlock, inspeccionando las muñecas.-Murió ahogado y mientras dormía, pero no por causas naturales en ese caso no tendría sentido fingir el suicidio. Seguro fue realizado con un veneno...

-Robert Parks , su esposa lo encontró en la bañera y llamó a la policía, ella sólo regresó porque su auto se descompuso e iba a llamar al mecánico.-Dijo Lestrade mientras entraba.-No tiene enemigos en su trabajo y su relación con su esposa era buena. Su hija se suicidó hace poco más de dos años.

-Evidentemente alguien lo quería muerto.

Como era su costumbre Sherlock hizo planes sin consultarme, quería que viajáramos para ver la escena del crimen a pesar de la advertencia de Lestrade sobre la escena contaminada por la policía local, quienes al parecer no estaban acostumbrados a la diferencia entre suicidio y homicidio, aunque no podía culparlos, en el cuerpo no habían señales de lucha y el hombre no tenía enemigos. Me preguntaba cómo resolveríamos ese caso, pero no dudaba de la gran mente e ingenio de Holmes. Si alguien podía resolverlo era él.

Sherlock Holmes y el Asesino de los Anillos AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora