Con una mezcla de sorpresa y repulsión, Louis se dio cuenta de que lo que había encontrado era una trampa para aquellos que, como él, buscaban lo inusual. El joven exhibido era una víctima del comercio ilegal, una realidad que había sido ocultada tr...
Rebeka observó desde la ventana del pasillo cómo su madre subía al auto y se alejaba rápidamente. El sonido del motor se fue disipando hasta perderse en la distancia. Una mezcla de alivio y ansiedad la invadió mientras subía las escaleras hacia su habitación. Sabía que este era el momento crucial para hacer la llamada que había estado posponiendo, la llamada que podía cambiarlo todo.
Una vez en su cuarto, sacó el teléfono y lo sostuvo con manos temblorosas. Inhaló profundamente antes de marcar el número que había guardado con tanto cuidado. No tuvo que esperar mucho. Al otro lado de la línea, una voz masculina respondió, cargada de curiosidad y sorpresa.
—Harry... dime que conseguí bien tu número —murmuró, mordiéndose el dedo en un gesto nervioso.
—¿Quién habla? —preguntó el otro con evidente confusión.
—Rebeka. Me conoces muy bien.
Un silencio espeso se instaló entre ambas. Rebeka exhaló pesadamente antes de soltar la noticia.
—Necesitas saber que Evangeline está viva. Todo lo relacionado con su muerte fue una farsa. Solo... no intentes buscarla. Está lejos, pero a salvo.
Harry soltó una risa nerviosa, incrédulo.
—¿Qué clase de broma enferma es esta? Yo la vi morir, Rebeka. Frente a mi puerta y en mis brazos. Es imposible.
—Es posible fingir la muerte con la preparación adecuada —replicó Rebeka mientras observaba el papel con el número de la pelinegra entre sus dedos—. Te enviaré un mensaje con el nuevo número de Evangeline. Puedes verificarlo por ti mismo, pero por favor, sé discreto.
El silencio del otro lado se prolongó. Era evidente que Harry procesaba la información. Finalmente, su voz volvió, esta vez con un matiz de desconfianza.
—Primero, ¿cómo obtuviste mi número? —preguntó con recelo—. Espera... ¿tú enviabas los mensajes? Porque si es así, corto esta llamada ahora mismo y entrego el número a la policía.
Rebeka sintió una punzada de irritación, pero se obligó a mantener la calma.
—No, Harry. Detente y piensa por un segundo —respondía mientras tecleaba rápidamente en su teléfono—. Envía un mensaje a ese número.
Hubo un nuevo silencio. Rebeka escuchó los murmullos de sorpresa y las teclas del teléfono de Elodie siendo presionadas repetidamente. Un leve alivio la recorrió al notar que su interlocutora comenzaba a creerle.