Dos

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Allí estaba él, saliendo de nuevo y a sus espaldas se encontraba el chico que lo hacía feliz. Entonces, ¿si Daehwi lo hacía feliz, por qué no podía parar de mentirle?

Aquel primer encuentro había ocurrido demasiado rápido; una fiesta laboral que acabó en el peor error de su vida. Lo que más le dolía al pelinegro es que él había estado en sus cinco sentidos cuando decidió traicionar a su lindo esposo por primera vez, sabiendo que una vez que comenzara, no podría parar.

Daehwi siempre había sido un sol al lado suyo; su sonrisa era la luz de su vida; sus besos le hacían flaquear; tener su pequeño cuerpo entre sus brazos lo hacía sentir capaz de protegerlo para siempre.

Pero en algún momento, el castaño había dejado de sonreír como antes; sus besos no sabían igual y su cuerpo se tensaba en ocasiones al sentir el contacto ajeno. Así es como Dongho se dio cuenta que su secreto, ya no era secreto.

El pelinegro no era imbécil, era demasiado obvio que su tierna pareja sabía sobre su aventura, aunque no tenía idea de cómo se había enterado y mucho menos sabía el por qué Daehwi prefería quedarse con él, en lugar de irse y ser feliz con alguien más.

El pecho de Dongho quemaba cada vez que salía de casa, pero al llegar al lugar donde se encontraba con su traviesa compañia, lo que quemaba era otra cosa.

Se sentía una mierda por hacerle eso a Daehwi.

Y no es que no amara al castaño, lo amaba con todo su corazón, el otro chico solamente era un capricho sexual. Uno del que simplemente no podía deshacerse.

De vez en cuando, Dongho fantaseaba con una vida feliz con su esposo y en compañía de la pequeña niña que habían visto meses atrás, porque sí, él tampoco podía superar la idea de tener una familia. Pero ahora, por pasarse de caliente, todo se había ido al carajo.

¿Cómo podía él encarar a Daehwi cuando ya ni siquiera se sentía merecedor de su compañía?

El castaño era un ser hermoso, lleno de amor y luz para dar, se lo había demostrado desde la primera vez que lo vio. Dongho siempre sonríe al pensar en ese recuerdo:

Verano hace poco más de 7 años, ambos seguían siendo un par de adolescentes, y él estaba en busca de emociones fuertes. Nunca pensó que Daehwi fuera el golpe más fuerte que recibiría en toda su vida.

Fue en un día extremadamente caluroso, él estaba paseando con varios de sus amigos y por azares del destino –y falta de sentido común –pensaron que meterse en una sala de cine llena de gente y sin ventilación, les ayudaría a disminuir el calor.

Lo primero que él vio fue al chico que vendía las entradas; delicado, con una linda voz y agradable sonrisa. El tipo ideal de su primo Samuel, y ya que su pariente no tenía mucha suerte consiguiendo pareja, él decidió jugarle de cupido y acabó pidiéndole su número al castaño lindo del cine.

Fue un largo proceso, casi año y medio para que Dongho se diera cuenta que él realmente estaba enamorado de Lee Daehwi y que lo que más deseaba era alejar a su agradable primo del chico que él había visto primero.

No fue tan fácil pues Samuel y Daehwi estaban bastante bien juntos: llevaban poco más un año saliendo y ambos se veían como la pareja ideal, el castaño sonreía siempre que estaba con su pareja, se besaban sin importarles lo que dijera el resto y no tenían miedo de la sociedad que los rodeaba. Y ambos fueron su primera vez en todo.

Es por ello que Dongho estaba perdiendo las esperanzas con el menor, casi podía imaginar la boda de esos dos con él como el caballero de honor.

Pero no se dio por vencido, el pelinegro estuvo allí para Daehwi siempre que tenía una discusión con Samuel, lo cuidaba cuando su primo no podía, él le hacía saber que no se iría de su lado sin importar qué.

Su esfuerzo dio frutos 3 años después de haber visto al castaño en aquella taquilla.

De pronto, la relación de Samuel y Daehwi había dejado de funcionar como antes; los sentimientos del castaño comenzaron a oxidarse y además se confundía con respecto a su sentir por el primo de su actual pareja, por lo que ambos decidieron darse un tiempo. Y aunque no volvieron a estar juntos, ambos siguieron siendo muy buenos amigos. Dos años después, Dongho y el castaño ya estaban saliendo y eran los nuevos Isak y Even del grupo de conocidos.

Todo parecía ir de maravilla, y realmente pensaba que viviría de esa forma para siempre.

Allí estaba él: acostado en una cama con su acompañante sentado sobre su miembro y brincando a un ritmo que lo volvía loco. El encuentro no duró más de media hora, cuando terminaron el pelinegro se arregló y se dispuso a salir de allí para volver temprano a casa.

--¿No quieres quedarte a cenar? –Le preguntó su amante cuando vio al pelinegro salir del baño.

--No gracias, me esperan en casa.

--Es increíble que Daehwi no se haya dado cuenta, es bastante imbécil. –Dongho se tensó ante aquellas palabras.

--Creí que acordamos no mencionarlo cuando yo estuviera aquí. Además, él ya lo sabe.

--¡Peor aún! ¡Lo sabe y sigue contigo! Seguro tiene miedo a perderte, es un cobarde. –El chico se detuvo al notar la peligrosa mirada del pelinegro. –No soy la persona más adecuada para decírtelo pero, Daehwi merece alguien mejor que tú.

--¿Y crees que no lo sé?

--Podrías dejarlo ir y ambos nos quedaríamos juntos. ¿No te gustaría?

--Te dije que contigo no quiero más que sexo, y al parecer no estás conforme con eso. Así que antes que sientas algo más por mí, deberíamos terminar de una vez.

--¿Y qué harás después? ¿Correr a los brazos de tu lindo esposo? ¿Crees que pueden volver a como era antes de que me enrollara contigo? ¿O irás a buscar a otro chico para saciar tus deseos de sexo? –El chico hablaba molesto, aquel encuentro había dado un giro inesperado.

Su amante avanzó furioso hasta el pelinegro y se colocó frente a él, acorralándolo entre el baño y su cuerpo.

--Tengo que irme.

Dongho quiso mover al chico frente a él, pero éste fue más rápido y en un movimiento desesperado se lanzó a los labios del pelinegro. Al principio forcejearon, pero finalmente, Dongho acabó cediendo a su erección y olvidó el nombre de Daehwi otra vez.

Las doce con quince minutos, a esa hora volvió a su departamento.

A diferencia de otras ocasiones, esta vez no había un plato de comida esperando por él, no había ningún mensaje sin leer en su teléfono, tampoco se veía la nota que el castaño acostumbraba a dejar en la mesa de centro explicándole al pelinegro cómo calentar su cena, no había nada. Ni siquiera el cuerpo de su pareja durmiendo en la cama que le traía los más hermosos recuerdos.

Se había ido.

No puedes dejarme, no después de tanto tiempo... ¡Regresa, joder!

Dongho se tiró en la cama, y desesperado, envió mensajes al número del castaño. Todos decían lo mismo: "¿Dónde estás?", "¿Pasó algo?", "Hablemos", "Por favor, necesito que hablemos."

Le costó aceptarlo, pero a mitad de la madrugada el pelinegro dejó el celular a su lado y tomó la almohada del castaño; aspiró su aroma y casi sintió que él estaba allí.



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Esto es tan corto que duele :'v Hice lo mejor que pude, sorry. 

UnfaithfulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora