Epílogo

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Para el pelinegro era demasiado difícil aceptar lo que sus ojos veían.

Dongho había salido a caminar –últimamente lo hacía demasiado –llevaba el cabello enmarañado, la misma chamarra que había usado desde que inició el fin de semana y ojeras bastante obvias.

Para ese momento, habían pasado poco más de siete meses desde que Daehwi–ahora ex esposo –lo había dejado plantado frente a la puerta de su primo, no sin antes dejarle muy en claro que no quería volverlo a ver nunca.

El proceso de divorcio fue tardado, pero en ningún momento consiguió ver al castaño, pues habían acordado que todo sería manejado por los abogados, ellos sólo firmarían el papel y después no tendrían nada en común: Daehwi dejó de ser "Kang" y volvió a "Lee".

Dongho lloró, noche tras noche, durante casi un mes. Después descubrió que ni siquiera el sexo que le proporcionaba su amante era suficiente para llenar el vacío que el castaño había dejado en su pecho, por lo que después de casi tres meses de estar sin Daehwi, el pelinegro dejó a su amante. Y quedó completamente solo.

Los mejores años de su vida se habían escapado de sus manos en tan sólo un segundo, la persona que más amó, ahora estaba sentado frente a alguien más, sonriendo, tomando la mano de aquel chico, sonrojándose, mirándolo de una forma tan especial...Todo aquello, ahora era de alguien más.

"Dame una buena razón por la que deba volver a casa y olvidar todo lo ocurrido"

Dongho miró a Daehwi siendo acariciado por la mano del otro y entró en aquel lindo local con olor a churros y café. En ese momento, el pelinegro entendió el significado de esas palabras.

Tristemente, ya no tenía otra oportunidad. Sus siete vidas con el castaño se le acabaron hace mucho, ahora sólo le quedaba aceptar la muerte de su relación y cortar aquel delgado lazo que los mantenía unidos.

La mesera llegó a tomar su orden, un iced americano sólo para pasar el rato, para torturarse viendo al castaño siendo feliz, saliendo adelante cuando él se estaba estancando en el mismo lugar, otra vez.

A Dongho le sorprendió que Daehwi no lo hubiera visto aún, pero sinceramente prefería que se quedara de esa forma, pues no quería que el menor lo viera en ese estado: deplorable y con obvias señales de seguir sufriendo por él. Porque por mucho que ambos quisieran ocultarlo, el pelinegro sabía que si Daehwi lo veía en esas condiciones, sus caminos volverían a cruzarse una vez más.

Porque ambos aún se amaban.

Te amo.

Pero era demasiado tarde, las cosas ya no iban a cambiar. Debía dejar que Daehwi fuera feliz con alguien más, porque si realmente lo amaba, no podía convertirse en una roca en su camino. No de nuevo.

No podía permitirse apagar ese lindo rayo de luz que estaba brillando de nuevo, debía dejar que la flor volviera a crecer en un jardín diferente, bajo un cuidado diferente.

Tenía que proteger a Daehwi de sí mismo, debía alejarse y tirar sus impulsos de llamar su nombre.

Terminó su café y se quedó mirando a la nada por un tiempo indefinido, para cuando volvió a la realidad, el castaño ya no estaba sentado con su pareja. Miró a su alrededor esperando poder encontrarlo una vez más, deleitarse con su sonrisa una última vez.

Daehwi estaba fuera del restaurante, parado frente a la puerta despidiéndose de su acompañante. El chico se fue y el castaño se quedó sólo frente a la puerta de cristal, el corazón del pelinegro se detuvo cuando creyó sentir la mirada de Daehwi en él.

Dongho pensó que estaba alucinando, que el café había tenido un fuerte efecto en su organismo.

Pero después, el castaño le sonrió.

Una sonrisa pequeña, cálida y agradable, que decía "Hola" de forma amigable. Una sonrisa angelical.

No duró más de cinco segundos, pero cuando Daehwi se dio la vuelta y siguió su camino, Dongho se dio cuenta que estaba enamorado de la persona correcta, porque aún a pesar de todo lo que le hizo, él le sonrió y lo perdonó. 



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Un regalo para ustedes... ojalá y les guste aunque está cortito 

UnfaithfulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora