Cuéntame un Cuento...

Cazadores y animales.

Aún recuerdo cuando la vi cruzar por esas puertas, tenía el paso firme y no dudaba un segundo, ella era una ganadora, lo daba todo por obtener una victoria no importaba que tuviera que hacer a cambio y descuida, ella nunca perdía. Recuerdo sus ropas negras, como si estuviera de luto. Recuerdo haberla escuchado decir que vestía de negro para cazar, para honrar a sus pobres victimas. Tu vestías de Rojo, rojo sangre. Tu traje escarlata te hacia resaltar entre la gente del lugar, la miraste y desviaste tu mirada hacia un costado, pero ya era tarde ella te habia visto y lo que era peor te había elegido.
Hizo todo para cazarte, pero era como si estuvieras siempre dos pasos por delante, era persistente, no se rindió hasta que consiguió llamar tu atención.
Para el momento en que comenzó a tenerte ella ya no quería cazarte, habias costado tanto para ella que habia comenzado a quererte, ya no te veia como un animal más, ahora eras de ella y no queria dejarte escapar pero tampoco podía atarte, preferiría matarse antes de hacerlo. Te cuidó como no se cuidaba a ella misma.
Ella no estaba dispuesta a perder, pero cuando se dio cuenta que no podia ganarte, prefirió morir antes de aceptarlo.
No pudiste matarla cuando te lo pidió, no disparaste el arma, pero todos los días eras como una apuñalada en su cuerpo, por lo que decidio ser ella quien daría el golpe final.
Como siempre ella debía ganar, yo debía ganar, pero incluso con eso tampoco me dejaste hacerlo. Decidiste cuidarme, incluso cuando me había rendido cuando ya había admitido la derrota te acercaste y me tendiste la mano. Estaba en el suelo, viendote desde lo que para mi era la muerte o tal vez simplemente el infierno, y solo dijiste una frase:
- No pierdes si no hay juego.
Me levanté y te vi marcharte. Nunca te caze, nunca fuiste tú la victima.
Me di cuenta como volteaste mi tablero y me derrotaste en mi propio juego, acepté tu victoria pero me asegure obtener una tambien.
Tres años sin ver tu rostro desde esa noche, sonreiste, esta vez tu vestías de negro y yo usaba casualmente un vestido escarlata que había llegado a mi puerta en la mañana. Abran paso, el juego comienza otra vez, la Loba tiene sed de victoria y el Lobo se prepara para morder una ultima vez.